jueves, 18 de agosto de 2011

El Primer Beso

El primer beso
que hace guiños a una revolución
que no llega tarde
solo se ha hecho demorar un poco

Sin bombas de racimos
pero con racimos de uvas
Sin pistolas
pero con lenguas afiladas

Este es el primer beso
de una revolución de conciencias
que toma plazas, playas, montañas
y agita conciencias.

Este es el primer beso
entre GÈNEROS
del mismo SEXO
aunque sea falso decirlo
el primer beso
y nunca nadie podrá decir
sin sentir vergüenza
“que le da asco”
porque rezuma AMOR
y nunca nadie podrá agredir a un gay*
porque todos estaremos vigilantes
y nos da igual que pague sus impuestos
o que este profundamente nervioso
porque dos hombres se han dado un beso
nadie tiene derecho a negarnos un beso.
Dame un beso en la boca Ratzinger…


Víctor José Cuetos González, Zaragoza, 2011

*Lo pongo en negrita porque la última vez que estuve en Madrid tuve que presenciar, o tuvimos que presenciar la agresión de un hombre con una taza de café a otro. Simplemente porque este otro se dio un beso con su pareja del mismo sexo, y el agresor como pagaba sus impuestos, como estaba profundamente nervioso, tenía todo el derecho de arrojarle una taza de café que le abrió una brecha en la cabeza. Simplemente por un beso, simplemente por un beso.

domingo, 14 de agosto de 2011

Niño Criminal


Jean Genet * fue novelista, dramaturgo y poeta. De padre desconocido y abandonado por su madre a los pocos meses de nacer, pronto fue entregado a una familia de acogida. Desde pequeño tuvo conciencia de no pertenecer al mundo que se le ofrecía y comenzó muy pronto a enfrentarse a él: cometió su primer hurto con diez años y, tras varios robos y fugas, fue encerrado en la Colonia Penitenciaria de Mettray. Fue desertor del ejército, vagabundo y ejerció la prostitución. Empezó a escribir en la cárcel y más tarde sería apadrinado por autores e intelectuales franceses, entre ellos Sartre.

Con este revuelo que se ha armado con los disturbios de Londres me encuentro de nuevo con la figura de Genet, y me lo imagino regodeándose, enorgulleciéndose de sus niños a los que una y otra vez elogió en sus textos, en sus libros y en una de sus discursos en los que se reafirma en sus orígenes y rechaza la moral burguesa desde sus entrañas, “Niño Criminal”.

Sin ni siquiera haber observado las reacciones de los intelectuales que acostumbran a salir en programas tipo Ana Rosa Quintana, que riegan las sonsoñas mañanas de una gran parte de nuestra sociedad. Me atrevo a decir, sin dudar un segundo, que el discurso generalizado y televisado, es el de: “No se puede consentir que quemen coches, que saqueen comercios” “¿Te gustaría que te quemarán el coche, o que saquearan tu comercio?”

No, no se puede consentir que este sistema haya generado tantas desigualdades, que haya provocado que en las grandes urbes y en sus extrarradios la situación sea más que explosiva. Y me dirán ustedes; “Qué marginados, si tienen videoconsolas, televisiones de plasma, móviles de última generación. Y se comunican por Facebook. Tan pobres no serán”. Y seguirán diciendo exactamente lo mismo pero de diferente manera, “No se puede consentir, mano dura, muerta la rata se acaba la rabia”

Me imagino a estos tertulianos, que dicen ser “Vox Populi”, mirándose una a otros en una mesa redonda y reafirmándose en la idea de qué ellos son mejores personas, y seguros de sí mismos reiterarán una y otra vez la misma porquería. Alguno habrá que apele a la caridad, y al “pobrecillos, si es que se veía venir”. Como cuando un yonqui agotado de pincharse por todas las partes de su cuerpo decide utilizar una y otra vez la misma vena, y todos saben cuál es su destino, pero nadie aporta una solución viable. ¿Desagradable no? Repudiable, rechazable, execrable, ignominioso… Pero aparte de escandalizarse, ¿pueden pensar en una solución?

Do Not Disturb

No voy a condenar la violencia que ha provocado un sistema ciego que no aporta soluciones más allá de medidas cautelares, o disciplinares, o en última instancia excepcionales, amenazando con la posible entrada en el conflicto del Ejército. Que además educa a estos niños con premisas mercantilistas y de esclavitud laboral, “Tú también puedes tener una videoconsola, o un móvil de última generación, unas nike, e incluso una sudadera adidas. La misma que tú jugador de fútbol favorito. Primero sácate la ESO, y luego ponte a trabajar para una multinacional. Telepizza, McDonald’s. Y sobre todo pórtate bien. No trafiques con drogas, no des palos de ciego”

El niño decide tener la videoconsola ya, dando un palo a una de estas multinacionales, o más bien un pequeño hurto que seguro provocará que sus carnes acaben en un “Centro de Menores”, o menudeando hachís, marihuana y otras drogas de guardar. También puede decidir que lo que le conviene es trabajar, estudiar. Aun así las posibilidades de que su vida sea más o menos estable son mínimas, y por mucho que se esfuerce nunca llegará a esa meta que le prometieron, y que siempre deseo. El niño se ha convertido en adulto, y es uno de los que lo ha conseguido. Ha conseguido tener un coche, no como el de su jugador de fútbol pero bastante potente, una casa que paga a tocateja todos los meses, un trabajo que no le deja mucho margen para disfrutar del dinero que gana. Al año siguiente, o a los diez años le desahucian el piso, el trabajo eventual que pareciera indefinido se interrumpe, ERE, ¿Qué ERE? No hay ERE para la gente como tú, amigo. Te vas a la calle con una indemnización de mierda, y todos esos lujos que tu pensabas que eran el culmen de la felicidad desaparecen como desaparece “el genio de Aladino”.

El niño ya adulto se vuelve a la calle con otros niños, pero esta vez se siente engañado, traicionado, rabioso, y no cesará en su empeño por destruir una sociedad que lo ha dejado al margen. ¿Siguen pensando lo mismo? ¿Cuál es la solución?

Cambiar nuestra economía, redistribuir la riqueza, repartir el trabajo e intentar que a nadie le falte una oportunidad. No seguir basando nuestra sociedad en un anuncio de televisión que te promete que tú puedes ser como ese actor de cine, o como un jugador de futbol, o como Paris Hilton, que te puedes permitir los mismos lujos pero de low cost.

Y me reafirmo en mi idea, en la misma idea si yo fuera o volviera a ser un adolescente ahogaría al perrito de Paris Hilton si se me pusiera delante, quemaría el coche, todos los coches que encontrara a mi paso, me enfrentaría al policía que seguramente vino del mismo barrio que yo, e indudablemente saquearía comercios. Por que dentro de mí llevo a un “Niño Criminal” y hoy ha salido a pasear.



Víctor José Cuetos González, Zaragoza, 2011.



*En negrita: Extraído de El Niño Criminal, Jean Genet, prólogo de Irene Antón.