Hoy
casi asesino al cartero
me picó el timbre
por la mañana
y estaba durmiendo.
Hoy casi asesino al cartero
me picó el timbre
por la tarde
y estaba durmiendo.
Me dijo:
Es un certificado.
Yo abrí
el tío se equivocó de ascensor
y se demoró un poco en su ascenso.
Hay dos ascensores en mi casa
y es frecuente que se equivoquen.
El tío fue amable
yo fui amable
todo lo que pude ser
hasta que se me ocurrió preguntarle
para quien era el certificado
y vi que era para otro inquilino
con el que frecuentemente me
importunan.
Yo le dije:
Espera, a que sé pa quien es.
Un tal Emilio Fidalgo Caballero.
Mecagüendios. Mira que devuelvo sus
cartas.
Mecagüensuputamadre. Que es la segunda
vez
que me despiertan de la siesta.
Él dice:
Pero nosotros no somos, es Hacienda.
Yo digo:
Pues mecagon todos sus muertos.
Estoy hasta los huevos de que me
despierten.
El tío se fue sigilosamente, mientras
yo seguía propinando barbaridades.
Cerré la puerta y me dije:
Igual me he pasado
pero sobre todo lo demás
y digo sobre todo lo demás:
Yo no soy Pablo Neruda
y él no es su puto cartero.
Los certificados no molan
y menos cuando te despiertan de la
siesta.
Hoy asesiné al cartero de Pablo Neruda
me pico al timbre por la mañana
y estaba durmiendo.
Hoy asesiné al Cartero de Pablo Neruda
me picó al timbre por la tarde
y estaba echando la siesta.
Yo maté al cartero de Pablo Neruda
y no es la primera vez.
¿¡¡¡Vaaaleee!!!?
Víctor José Cuetos González, Xixón, 2018, "Asturies nun quier Rei"