martes, 27 de marzo de 2018

Metalingüística Córvida






                                                     
Ya sé...
porque me gustan tanto las Urracas
es casi enfermo
si veo a una siempre sonrío:
es casi matemático.
Emblemático. 

Las suelo ver de dos en dos
aunque antes pensaba
que eran muy solitarias:
hasta que me dí cuenta
que si se paraban tanto tiempo
frente a un mismo árbol
es que estaban esperando
el aviso, la señal de otra que se situaba
en la copa del mismo. 
Quizás buscando un destello
algo que les atrape.
El momento fugaz.

Les gustan las autopistas
y las autovías
les da igual que haya o no peajes.
Les gustan tanto las ciudades
como los pueblos
o las vías interurbanas.
Siempre y cuando haya algo que brille.

No poseen por escalar
en la pirámide,
solo les atrae el destello,
les da igual que sea
una lata de cerveza
o un diamante en bruto
o diez kilates de oro.

Ya sé porque me gustan
ya sé porque me atraen
cuando era niño
uno de mis mayores placeres
era ver películas de Hitchock
con mi madre.
Su mirada me recuerda a las Urracas
además de que su figura
se fundía en algunos largometrajes
con un familiar de la Urraca .
La urraca es inteligente
y sabe volar
y la verdad es que
lo que realmente me atrae
son sus aires de independencia.
Hitchcock sabía dirigir una película
y su marca más distintiva
era salir en las mismas
de una manera fugaz,
como un destello irónico del destino.

Edgar Allan Poe hablando de córvidos
era un ser difuminado
como un hombre invisible
que sabía claqué.
Su literatura son pasos sonoros
hacia un viaje sin retorno.

Los dos
comparten eso
me imagino a Hitchcock
en el pie de un árbol
y a Edgar Allan Poe
silbando en la copa del mismo.

Ya sé porque me gustan las Urracas.
Brillan.
Da igual donde estén
da igual que el brillo provenga
de una lata de cerveza
de un diamante en bruto
o diez kilates de oro.

Tic, tac,.Tic, tac.
Tic, tac. Tic, tac..
El sonido de un reloj de cuerda 
metido en un cajón de la mesita 
de cama, casi imperceptible 
pero notable y molesto. 
El sonido de las gotas de una ducha
caer en la cerámica de una bañera sesentera.
Sin brillo.
La sombra de un cuchillo
en su cortina rasgada.
La mirada de una anciana
detrás de la ventana indiscreta
La contraventana golpeando
y el viento susurrando metal.
Los córvidos volando.
Cientos de ellos.
Eso es literatura de género
y séptimo arte.

Víctor Cuetos, Xx, 2018 





jueves, 22 de marzo de 2018

Absolución automática


                                                                                   
                                         Tengo que disculparme                                            por todas las veces   
                                 que he intentado NO ser yo                        
por todas las veces
                                        que me he borrado                                             con gomas de silicona
con químicas abrasivas

lejías/detergentes/disolventes.

Blanqueadores Mentales. 





Tengo que disculparme
por todas las veces
que me he cambiado de nombre
para no ser el mismo cabrón
que no sabe decir NO
por haber limpiado con una gamuza
los restos de un crimen apasionado;

soy yo el que se ha matado
con la pulcra alevosía de la nocturnidad
de los días en los que me he desatado
por no saber poner límites
por no querer ponerlos
por ser un buen salvaje
una mezcla
en la que el bien y el mal
el mal y el bien
se tocan discretamente
dándose el placer
que otorga el no tener prohibiciones.



Tengo que disculparme
por no saber perdonarme
por hacer de la discordia, ideología
por hacer de la vida una experiencia
por ser un reflejo
una sombra de mis contradicciones.



Tengo que disculparme
por ser demasiado hedonista
o demasiado cínico
o demasiado escéptico
por combatir la hipocresía
con más hipocresía

por ser el negacionista
de mi propio holocausto.



Tengo que disculparme
y los próximos domingos de mi vida
no faltaré ni un día a misa
cantaré al gallo y a la gallina
de los huevos de oro.
Haré de la caridad

una nueva moneda
con la que pagar
por todos mis pecados
los capitales
los provinciales
los internacionales
los universales.



Tengo que disculparme
una vez el año iré al vaticano
les pagaré las putas y la cocaína a los obispos
hablaré con el Papa de filosofía barata
me tatuaré la Cruz de la Victoria en la coxis
haré lavativas los 365 días del año

y estudiaré teología o antropología social
para hacer un tratado de mi condescendiente



Culpabilidad.

Cargaré con la cruz
de todos vuestros pecados
por el Camino de Santiago
pediré un crédito bancario
y pondré unas escaleras mecánicas

para que vayáis a ver a la San-Tina
o a la Virgen de la Covadonga.


Cuanto lo siento, por DIOS
lo siento, lo siento, lo siento
  lo                             siento. 


Ego me absuelvo. 

Ora pro nobis peccatoribus

                 Víctor Cuetos,Xixón, 2026-antesdecristo              

miércoles, 21 de marzo de 2018

Autocierres Perimetrales



Hay gentes en este país
que parece que están muertas
o que nunca han vivido nada.
No se han muerto muchas veces
o han vuelto a nacer
no se han enamorado hasta las trancas
no toman partido por nada
no ganan
no pierden
no arriesgan nada
se mantienen en la línea
estáticos
como una aplicación de móvil
recién instalada en tu pantalla de inicio.

No se mojan
pero se acaban empapando
de crudo y no son aves migratorias
o quemándose en su propia casa
y no son pirómanas.

Pueden ser de clase media alta
o de clase media tirando a la baja.
Algunas siguen viviendo en el mismo lugar
tomando el café en la misma cafetería
no se movieron del sitio
y aun así están desarraigadas
viviendo en una fantasía
que no se corresponde con la realidad.

Pueden estar a la izquierda
o a la derecha
esperando que la manada
o algún líder les salve el culo.
Idolatran al poder
porque carecen de él.
Dicen ser mayoría silenciosa
por eso no se les ve en ningún sitio
transparentan pero son opacos.

Hay gentes
de la media
de los medios
sin fines
que no se cagan nunca en ningún  DIOS
y mucho menos en ninguna VIRGEN.
Hay gentes 
con las que tienes
que tener mucho cuidado.
Son las más peligrosas
gracias a ellas
nos gobiernan enajenados mentales.

Víctor Cuetos, Xx, 2018 

lunes, 19 de marzo de 2018

Decálogo para no comprar en tu supermercado más cercano mayonesa Musa.



                                                                                 

I

No me gusta la inspiración divina
tampoco la mayonesa Musa.
Sabe mucho a vinagre.

II
No necesito hadas madrinas
ni carruajes de calabaza
no creo en la lotería de navidad
ni tampoco en la Esperanza.
Hace mucho, mucho tiempo
que se vendió al Capitalismo.
Y el verde que te quiero verde
dejo de ser Lorquiano
y ahora solo es una luz
que te envía un mensaje
y a su vez otro mensaje.
Es el puto Facebook.

III
Yo nací pronto
tú naciste temprano.
Tú eras el faro
que hacía que los barcos
se encallarán
y los veleros nunca llegaran
a tierra.
Te salió mal
Yo soy de los que no aspiran
a llegar a ninguna parte
porque con poder caminar:
me conformo.

IV
Nos movemos.
Estamos vivos.

V
El mundo
es según como lo mires
a veces es un gran muro
que separa nuestras vida
y otras veces
son los ríos los que lo acercan.
Somos los únicos animales
que tenemos capacidad
para percibirlo
y no somos capaces de verlo.



VI
Hay cosas
son solo cosas
que nos separan
Y hay otras...
que misteriosamente
nos unen;
estas son las imprescindibles.

VII
El amor
es la compensación de la muerte:
su correlativo esencial
Lo decía Schopenhauer.

VIII
El ego
las relaciones de poder
hacen que el amor
se reduzca
a la mínima esperanza.
La religión
el castigo
el sacrificio
lo hacen añicos.

IX
La vida es otra cosa.

X
Aunque
a veces
me gustaría
morir hablando contigo.

Víctor Cuetos, Xx, 2018


sábado, 17 de marzo de 2018

Mi mundo es pequeñito





Me propongo construir mi pequeño estado del bienestar

frente a ese otro que es incapaz de dar marchar atrás
y que nos aboca a una vida cargada de hostilidad.
De prisas, de carreras, de contenciones, de producciones,
de metas, de objetivos, de remuneraciones al servicio
de nada, de ficciones, espectáculos, simulacros
que se venden como escaparates de lo humanitario
y son mentiras cochinas que silencian la barbarie
que han extendido por cuatro valores al alza.

Me propongo pequeños actos cotidianos
que engrandezcan el espíritu y alivien la rabia.
Llevar la poesía a las calles y que sus esquinas
reverberen versos
que sus adoquines repiquen las palabras
todas las palabras que han silenciado
con tantas ansias de poder y riqueza.

Aquí no hay tratados Schengen
ni fronteras delimitadas
ni estados de excepción
ni del malestar creciente.
No dejes que tu vida dependa de ellos
No dejes que la ira apague tus sueños
y los convierta en pesadillas.

Somos pequeñas islas equidistantes
y aquí decidimos
y aquí construimos
nuestra exclusiva jurisdicción.

Ante cualquier agresión o invasión
aunque sea militarmente superior
reaccionemos con versos, piedras, palos.
Tirachinas, pinturas, petardos, cohetes.
Bicicletas, silbatos, cornetas, bocinas.
Platos, cacerolas, globos, gritos de rabia.
Frases cortantes, estribillos altisonantes.

Demostremos que nuestras guerras
son de baja de intensidad
Y que sus consecuencias
son infinitamente más humanitarias
que las que han emprendido
nuestros gobiernos y estados del malestar.

Mi mundo es pequeñito
y en él estás tú, y tú
y aquel, y ese otro
y todos nosotros y nosotras
sin distinción alguna.

Nuestro mundo es el posible
el suyo hace tiempo
que es una fábrica de muertos
que produce cadáveres.

Eterno, Zaragoza 2011 


martes, 13 de marzo de 2018

Nuestros vientres bajo tierra


   


Nuestros vientres temblaban 
del frío que da pensar 
volver a la carne y al cuerpo 
después de haber jugado 
tanto tiempo a ser invisibles. 

Neuronas Espejo dijiste. 
Vamos bajo tierra te dije:

no tienes que temer al vértigo 
ni a las malas caídas 
solo a las escaleras mecánicas. 
Aun así vas de espaldas a todo. 
Y eso me gusta. 

Mientras tanto...
los vigilantes miraban sus cadenas 
atadas a relojes de escarcha
y comentaban entre risas congeladas
lo mucho que apretaban las esposas
 a los detenidos.
Daban un poco de asco. 
Y te lo dije. 
Y también te dije aunque no me acuerdo:


Los silencios hablan 
yo puedo escucharte 
desde muy lejos 
sentir lo que sientes
hablar sin hablarte.


Soy un punto rojo
en un cuadrado negro 
en una pared blanca. 
No creo en el azar
ni en el destino
por eso quiero cambiarlo
por eso me niego a aceptarlo.


Te lo dije en el andén 
mientras contábamos 
pasajeros mirando al móvil. 
Yo conté 39, tú 54 
mientras pensábamos 
que no éramos buenos para las matemáticas
y que nunca, y digo nunca; lo seríamos. 
Vimos a un mendigo 
pidiendo un poco de humanidad 
a la salida del metro.


Nos sentamos en Sol 
y tú formabas parte del verso
que a continuación iba a escribir
y se me olvidó pensando
si íbamos a alguna parte
o no. 
Fue entonces 
cuando aprendimos 
a caminar por la oscuridad
sin caernos.


Víctor Cuetos, Xx, 2018