Cuando te haces mayor
parece que el mundo se
reduce
a menos personas y el
kilometraje diario
es casi que circular. O en
algunos casos ¨
roza la cuadratura. Todo es
cuestión
de la geometría con que lo
mires.
Y se va reduciendo un poco
más.
A causa de crisis o catástrofes
naturales.
Y te deja sin nada.
O lo que es peor llega un
tornado
que arrasa con todo.
Y tú sigues reduciendo el
espacio y el tiempo.
Y la libertad es Netflix o
cualquier libro de auto ayuda
o Masterchef o Supervivientes.
O lo que sea que te pueda
transportar a otra vida cualquiera.
Menos la tuya o que no sea la
tuya.
Y reduces tu vida.
A vicios y virtudes.
Algo que dé un poco de adrenalina
para calmar la insatisfacción
de los días grises.
El daño será mínimo
siempre que hayas aprendido
a fingir lo justo y lo necesario.
Aunque, a veces, se te vaya
un poco de las manos.
Y el daño se incremente.
Lo justo y soportable.
Luego viene otra crisis, otra
catástrofe.
Justo cuando has aprendido
a gestionar la vida de otra
manera
sin tanto fingir por eso de
ser un poquito más tú
sin tanto yo.
Y te reduces. Cada vez más.
Te haces cada vez más pequeño,
más pequeña.
Cuando te haces más mayor
de lo que ya eras antes,
y de repente llega una
catástrofe.
Natural o económica.
Y ya es la tercera
que has vivido en tu vida
no queda más remedio
que fingir que te la suda todo
sin olvidar que mañana
quizás ya no vuelvas
nunca más a ser tú.
Víctor Cuetos, Xx, Xxxx
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