Las hojas muertas secas
de árboles caducos
giran en torno de sí mismas
como queriendo avisar
de una tormenta
que no acaba de llegar.
Y si al fin llegara…
la tormenta y con ella.
Con ella viniera la lluvia,
el viento y de alguna manera
pudieran vivir más allá
de las copas de los árboles
o de sus ramas intermedias
o de las más inferiores.
Más allá de donde estuvieron
sujetas desde la raíz
hasta la última hoja;
igual de caduca
igual de muerta
igual de rota
que la primera de todas.
Víctor Cuetos, Xx, XXXX
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