Un día me compararon con un tal Carmelo.
Y dije:
Yo no escribo en los contenedores;
los incendiaba.
Yo no escribo para contentar;
tu descontento.
Yo soy hijo de la rabia
con piel de serpiente
voz de cordero
manos de cocinero
ex trabajador del metal
con callos de usar cuchillos
cebolleros y callos de usar la Radial.
Te hago un salmorejo de Sandía
o una fabada con Chorizo de Bimenes.
O te pulo metal, y limpio la escoria.
No soy un poeta más al que adorar
porque convivo contigo. Aquí y ahora.
En este mismo puto momento.
Me hundo contigo
me quemo contigo
solo así puedo saber
como te sientes, y
puedo acompañarte
con estas palabras;
nuestras palabras.
Incendio y apago
mis propias hogueras.
Soy lo que quieres que sea.
Tu infinita tristeza.
Tu rabia desmedida.
Una radial, un cuchillo,
una brocha gorda,
un trazo definido;
con un principio
un desarrollo
y un final contundente.
En eso si me parezco
a Carmelo.
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