viernes, 1 de noviembre de 2024

Carcasa

 



Me despido de una casa 

como me despido de una vida

y sus sombras, sus telarañas, 

sus manchas de humedad, 

fue un hogar de campaña

en periodos de entreguerras. 


Lo mismo me dormía en el sofá 

que en la cama. 

Lo mismo cerraba con llave 

que dejaba las llaves fuera. 

Alguna vez…la di por perdida 

y me di por perdido. 


Nunca quise abandonarla 

ni huir lo que se dice huir;

va conmigo. 

Si las paredes hablaran 

creo que se quedarían cortas. 


Si las bajantes y los canalones 

llegaran al Mar con tanto ruido 

y hablaran las olas gigantescas 

o las lavadoras al unísono 

como cantando canciones 

de Sirenas que nos llevan 

al naufragio. Yo, sería una vela. 

En la que escribiría los versos 

más bellos y precisos. 

Aunque fueran estocadas 

de florete, o unas flores 

tiradas por un Acantilado de Mármol 

que van desprendiéndose de sus pétalos 

hasta qué, son solo raíces. 

Profundas. Tan profundas. 


Me despido de una casa 

de sus sombras 

de sus fantasmas; 

que los hay 

como no los va haber. 


Como un rito que anuncia un fin 

el día de todos los Santos 

el día de todos los Difuntos 

como aquí todos los muertos 

después de muertos; son santos. 


Me despido de una casa 

un día como hoy 

después de las lluvias 

llegaron más muertes. 

Que nos anuncian 

que esto, todo esto 

no puede vivirse en soledad. 


Me despido de una casa 

al mismo tiempo 

que anuncian cientos

de muertos. 

Y solo beatifican 

al gran Empresario. 


Me despido de una casa 

de una vida, de sus sombras, 

sus fantasmas, en un país 

en el que se beatifica; 

a los esclavos y a sus esclavistas. 


Niño Criminal, Xx, XXXX


A mí tío Laudelino, nos tomaremos un tequilita en el Parnaso, un culín de sidra o lo que haga falta. Salú. 
Qué la tierra te seya leve. Te quiero mucho. 

No hay comentarios: