Me despido de una casa
como me despido de una vida
y sus sombras, sus telarañas,
sus manchas de humedad,
fue un hogar de campaña
en periodos de entreguerras.
Lo mismo me dormía en el sofá
que en la cama.
Lo mismo cerraba con llave
que dejaba las llaves fuera.
Alguna vez…la di por perdida
y me di por perdido.
Nunca quise abandonarla
ni huir lo que se dice huir;
va conmigo.
Si las paredes hablaran
creo que se quedarían cortas.
Si las bajantes y los canalones
llegaran al Mar con tanto ruido
y hablaran las olas gigantescas
o las lavadoras al unísono
como cantando canciones
de Sirenas que nos llevan
al naufragio. Yo, sería una vela.
En la que escribiría los versos
más bellos y precisos.
Aunque fueran estocadas
de florete, o unas flores
tiradas por un Acantilado de Mármol
que van desprendiéndose de sus pétalos
hasta qué, son solo raíces.
Profundas. Tan profundas.
Me despido de una casa
de sus sombras
de sus fantasmas;
que los hay
como no los va haber.
Como un rito que anuncia un fin
el día de todos los Santos
el día de todos los Difuntos
como aquí todos los muertos
después de muertos; son santos.
Me despido de una casa
un día como hoy
después de las lluvias
llegaron más muertes.
Que nos anuncian
que esto, todo esto
no puede vivirse en soledad.
Me despido de una casa
al mismo tiempo
que anuncian cientos
de muertos.
Y solo beatifican
al gran Empresario.
Me despido de una casa
de una vida, de sus sombras,
sus fantasmas, en un país
en el que se beatifica;
a los esclavos y a sus esclavistas.
Niño Criminal, Xx, XXXX
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