miércoles, 23 de marzo de 2016
viernes, 18 de marzo de 2016
Los Miserables
No conocerás a su familia, ni tampoco
lo conocerás a él, aunque yo te diga su nombre te lo presente, te
cuente, te muestre quien es no tienes porque conocerlo, ni tampoco
esta historia tiene que corresponderse a una historia real, pero si a
la realidad que nos ocupa.
Escojo un nombre y un contexto muy
determinado; el ámbito laboral en el que me muevo. La clase precaria
hoy se compone de los hijos y las hijas de la clase trabajadora y del
inmigrante de primera y segunda generación. Las nuevas formas de
explotación no son tan nuevas pero nos sorprenden en una época en
la que pensábamos que todo estaba atado y bien atado.
La nueva servidumbre pasa por una
situación de neoesclavitud que en algunos casos sobrepasan todos los
límites morales y éticos conocidos hasta hoy. Una nueva época nos
espera y aun no hemos conseguido levantarnos de nuestros traspiés.
Tu y yo somos un sujeto elíptico en un mundo dividido en miserables y esclavos de los miserables
-¿Qué pinta se supone que tienen los
poetas?
-No sé, asi como tú. En plan rockero.
Como tu vistes, con esas patillas. A mi me lo pareces. No das el pego
de que te guste el techno ni vayas a raves.
-Joder, Edgar. Los poetas también son
calvos. ¿O qué? No me digas eso, solo te falta que me llames señor.
-Jajajajaja...que no men, no te rayes.
A mi me caes bien, y ya está. Lo que pasa que bromeas demasiado
conmigo y a veces no te entiendo.
-Jajajaja.
-Claro es que soy antisistema pero yo
creo que tu me entiendes. ¿A qué sí?
-Si, bueno...ya te dije que yo me
siento muy identificado, men. Con lo que dices muchas veces.
-Bueno dime una cosa ahora que estamos
solos en la cocina. ¿Tu te sientes español? Supongo que al ser
inmigrante de segunda generación no tengas ningún problema con la
nacionalidad. Y que tampoco tendrás que hacer el examen de
hispanidad. O vas a ponerte ahora a bailar sevillanas.
-No sé, men, yo paso de esas cosas. Me
siento del mundo y ya está. Por suerte soy de aquí, he nacido aquí.
Pero hay gente que sigue mirándome mal simplemente por el color de
mi piel y eso me jode, men. Aunque también paso mucho del tema de
pandilleros y eso. De hecho tenía un amigo que empezó a pasar
mierda. Y para mi ese tío ya no existe.
-Sí? ¿Y qué pasaba? ¿Hachís?
-Sí, bueno creo que lo estafaron. Y se
metió en un jaleo. Le dieron hachís para que lo pasara y se lo
robaron nada más aparecer por el parque donde paraba. Un amigo suyo
creo. Ahora debe el dinero, y encima no tiene nada para recuperarlo.
Ya le han amenazado. Por eso te digo, men. Yo paso de todo, solo
quiero trabajar, me da igual y ayudar a mi familia.
-Eso está muy bien, Edgar. Que no te
metas en esos jaleos, siempre trae problemas. Yo nací en un barrio
durillo en el que se trapicheaba bastante, y en el mejor de los casos
o te robaban o robabas.
Espabilar a veces significa meterse en
terrenos bastante farragosos, en los que el bien y el mal no está
muy bien delimitado. No es que a mi me importe mucho.
-Lo dicho, loco, yo paso de esas
historias. Tengo mi trabajo, ayudo a mi familia. Mi padre está en
paro, y además tiene una enfermedad que no le permite trabajar. Y me
necesitan.
-Es lo único que importa, hazme caso.
El amor, la amistad y la familia. Oye nos ponemos con los bollos que
esto ya está recogido. Y luego si quieres te pones a estirar
mientras miro las neveras y preparo todo para la noche
Las personas que tenemos mejores condiciones de vida tenemos la obligación moral de rebelarnos
Edgar es uno de esos chicos que a muy
temprana edad tuvo que asumir la responsabilidad de llevar el pan a
casa, mantener a su familia y al mismo tiempo estudiar. Su vida no
es fácil, no se la han puesto fácil. Pero tiene la suficiente
capacidad y energía para asumir todo ese peso y además sacar algo
de tiempo para sus amigos. Jugar partidos de fútbol antes de
trabajar, leer libros de historia sobre las antiguas civilizaciones y
seguir formándose. Debería ser el orgullo de muchos padres de clase
media pero a él el dinero no le cae del cielo. Ahora bien, el
problema no es él. El problema es quien se aprovecha de su necesidad
para sacar partido, o incluso para aumentar sus beneficios.
Su debilidad es su familia y quizás la
ingenuidad de pensar que trabajar es un regalo de dios, una
oportunidad para resolver los problemas económicos. Tiene que
aceptar un sueldo de mierda por más de 40 horas semanales, y además
no le queda más remedio que agachar la cabeza si sus condiciones
laborales se ven aun más precarizadas.
La miseria moral que rodea al que
exprime a quien más necesita el dinero es intolerable, y las
personas que están en condiciones más favorables tienen la
obligación moral de rebelarse ante quien ejerce la explotación por
la explotación sin importarle absolutamente nada.
Mi abuelo trabajaba en la mina en los
años 60 y 70, cuanto más lo pienso más me recuerda a Edgar, hemos
retrocedido brutalmente. La diferencia quizás sea que mi abuelo tuvo
que tragar con unas condiciones laborales muy crudas que afectaban
directamente a su salud. Aun así después de la mina tenía fuerza
suficiente para jugar un partido de fútbol con su equipo y como el
decía “el único trofeo que le daban como futbolista era un platu
de fabes”.
Somos una gran familia tienes que estar dispuesto a darlo todo a cambio de nada
Cuando se marchó Edgar yo me quedé
solo, todas las tardes compartía un rato de trabajo con él y luego
hasta la noche no venía nadie. Al venir el resto me enteré que por
la mañana habían venido los jefes para hablar con él. Hacía
tiempo que tenía la sensación de que siempre venían cuando yo no
estaba, no sé si es que me había ganado la fama de sindicalista por
un incidente que tuve con uno de los supervisores. Edgar tenía el
mismo contrato que yo, las mismas condiciones laborales y hacía más
o menos el mismo trabajo. Era más joven y el error de la empresa fue
no ponerle una categoría inferior para sacar más rendimiento y
beneficio. Cuando la carga de trabajo empezó a bajar se reunieron
con él. Dentro de la cocina hay una pequeña sala donde se estira la
masa de la pizza. Los jefes entraron directamente a esta sala y allí
le ofrecieron una nuevas condiciones laborales.
-Edgar, aunque queremos lo mejor para ti
no podemos mantenerte en las mismas condiciones laborales que al
resto, por la semana ha bajado mucho el trabajo y nos vemos en la
obligación para evitar despedirte y para que sigamos todos adelante
como una gran familia en quitarte todos los meses 300 euros de tu
salario. Además hay quejas de tus compañeros porque tu cobras lo
mismo que ellos y creen que teniendo mucha más antigüedad que tu, y
cargando con muchas más responsabilidades tu no puedes cobrar lo
mismo que ellos. Como no podemos bajarte la categoría tendrás que
hacer el ingreso en nuestra cuenta todos los meses. Es fácil lo
domicilias y así te olvidas.
-Vale, lo entiendo, no pasa nada. Sé
que hay menos trabajo por la semana. Me da igual yo con 900 euros
tiro bien el mes, no tengo gastos propios, se lo doy todo a mi familia,
menos lo que es para los estudios.
Los jefes jefazos se fueron alegres y contentos, por el mismo camino por el que habían venido. Que más da una vida más o menos precaria si con ello pueden llenar sus bolsillos de miserias morales.
Continuará...
Cuetos Víctor, Xixón, 2016
Todos los relatos correspondientes a la etiqueta "Periodismo Bonzo" son obras de ficción basadas en la realidad.
miércoles, 16 de marzo de 2016
El Traje nuevo del Emperador
Todo lo que tocaban lo convertían en oro, decoraban sus instalaciones, y hasta sus esclavos preferidos los agasajaban con oro. Todo parecía brillar y en la noche adquiría un color especial.
El color de la escama y podre de una alita de mosca parecía oro, pero al amanecer su olor putrefacto había que limpiarlo con amoniaco, entregarse al máximo para que no dejara de brillar nunca.
Como todo lo artificial de la noche a la mañana dejó de brillar y el oro no era más que una cagada de pájaro en el hombro de alguna mujer guapa y siliconada que ofreció su libertad a cambio de nada. El Emperador encargó a uno de sus esclavos que le tejiera un traje nuevo con el que deslumbrar a todos sus empleados, tenía que inaugurar un nuevo local en el País del Nunca Jamás.
El esclavo que se había hartado de su condición decidió comprar una tela nueva con la que tejer el traje nuevo del Emperador. Le dijo que era muy cara y que estaba preparada para deslumbrar a todos aquellos y aquellas que la miraran. Pero que él debería mirar al frente, ya que la tela sería invisible a sus ojos pero no a los ojos de los demás. El Emperador asombrado por la pericia e inventiva de su esclavo accedió a ponérsela para la inauguración del nuevo local.
El esclavo que se había hartado de su condición decidió comprar una tela nueva con la que tejer el traje nuevo del Emperador. Le dijo que era muy cara y que estaba preparada para deslumbrar a todos aquellos y aquellas que la miraran. Pero que él debería mirar al frente, ya que la tela sería invisible a sus ojos pero no a los ojos de los demás. El Emperador asombrado por la pericia e inventiva de su esclavo accedió a ponérsela para la inauguración del nuevo local.
El País del Nunca Jamás no tenía muy buena fama, sus habitantes eran irónicos y se burlaban de toda autoridad. No aceptaban ni el brillo del oro ni el de la escama, preferían el cuero y el azabache; la plata y el hierro. Y hasta les encantaba jugar con artefactos y demás explosivos en sus fiestas, también hacían ofrendas al fuego. Era un pueblo que ya había soportado todo tipo de tropelías. Y aborrecían a los Emperadores, y a sus huestes. No reconocían los derechos de sangre ni tampoco atendían a las relaciones de vasallaje que el Emperador pretendía imponer aquí en su tierra.
El esclavo que tomo contacto con esta tierra empezó a sentir simpatía por ella, se sintió acogido y hasta agasajado por el cariño de estas gentes. Admiraba su libertad, su arrojo y su valentía.
Tomó conciencia de su condición y fue cuando decidió engañar al Emperador.
Todo el mundo estaba ansioso por la fiesta de inauguración, se entregaron al máximo para decorar las nuevas instalaciones. Corría la escama entre sus alas, pero el local transmitía cierto hedor a putrefacción que intentaban perfumar para evitar así que el olor ahuyentará a las gentes.
El esclavo vistió a su Emperador con el traje hecho con esa tela nueva y especial que prometía deslumbrar a todo aquel que la mirase. El Emperador accedió a todas las peticiones del Esclavo, dejándose guiar por él, se dejo tapar los ojos con una venda y cuando estaban llegando a la puerta del local el esclavo le quito la venda para que entrara por su propio pie.
Todo el mundo esperaba ansioso, vitoreando a su emperador, excepto las gentes del lugar que observaban con curiosidad y con cierta perspicacia todo lo que allí ocurría.
El Emperador entró con la cabeza alta, muy alta, casi no podía ver a su público y a sus esclavos y esclavas. Pero le pareció oír una gran exclamación que decía:
El esclavo que tomo contacto con esta tierra empezó a sentir simpatía por ella, se sintió acogido y hasta agasajado por el cariño de estas gentes. Admiraba su libertad, su arrojo y su valentía.
Tomó conciencia de su condición y fue cuando decidió engañar al Emperador.
Todo el mundo estaba ansioso por la fiesta de inauguración, se entregaron al máximo para decorar las nuevas instalaciones. Corría la escama entre sus alas, pero el local transmitía cierto hedor a putrefacción que intentaban perfumar para evitar así que el olor ahuyentará a las gentes.
El esclavo vistió a su Emperador con el traje hecho con esa tela nueva y especial que prometía deslumbrar a todo aquel que la mirase. El Emperador accedió a todas las peticiones del Esclavo, dejándose guiar por él, se dejo tapar los ojos con una venda y cuando estaban llegando a la puerta del local el esclavo le quito la venda para que entrara por su propio pie.
Todo el mundo esperaba ansioso, vitoreando a su emperador, excepto las gentes del lugar que observaban con curiosidad y con cierta perspicacia todo lo que allí ocurría.
El Emperador entró con la cabeza alta, muy alta, casi no podía ver a su público y a sus esclavos y esclavas. Pero le pareció oír una gran exclamación que decía:
-Pero si va desnudo, va desnudo.
Continuará...
Cuetos Víctor, Xixón, 2016
Adaptación del cuento de Hans Christian Andersen, El Traje nuevo del Emperador. A nuestros días, nuestra tierra y a las miserias morales que tenemos que ver día a día.
martes, 1 de marzo de 2016
Solo queda un punk en esta ciudad de mierda
Solo queda un punk en esta ciudad de mierda
y ha desaparecido
lo vieron subido en un contenedor
en una calle en Ámsterdam
después de ganar tres mil euros
en un premio jugando al bingo
porque la bebida suele ser
mucho más barata en esos sitios.
Solo queda un punk
aquí
no le importa ya
estar rodeado de viejas
o de jóvenes
para él es lo mismo
exactamente lo mismo.
Solo queda un punk
alguien lo vio subirse al avión
ya no bebe kalimotxo
si es que alguna vez lo bebió
le gusta el coñac y las señoritas
tiene un caniche
y lleva paraguas cuando llueve.
Habla con las viejas
juega al bingo con ellas
a veces se deja perder
y otras va a ganar.
Solo nos queda un punk
y ha desaparecido.
Pasa de los jóvenes
como de la mierda
ya no arriesgan
ya no se juegan nada
van a lo seguro
van a ganar.
Solo nos queda un punk
en esta ciudad de mierda
la leyenda cuenta
que anda desaparecido
y que lo puedes encontrar
por las noches en el Bingo
a veces va a ganar
y otras veces se deja perder.
Cuetos Víctor, Xixón, 2016
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