miércoles, 7 de septiembre de 2016

Xixón te mata.





Todo sigue igual, igual que siempre. Los niños vestiditos de azul y las niñas redecoradas para la ocasión. Los niños sacan pecho mientras ellas sonríen y murmullan como palomas en la barra de un Pub.
Todo aderezado con la embriaguez o la ebriedad que nos proporcionan las drogas (alcohol inclusive).El espectáculo va comenzar; ¿ya han elegido ustedes su rol social?

Véase macho dominante de cacería, y todos sus sentidos apuntando a todas las que pasean por su mirada. Esta sí, esta no. Esta es un fierro de Bilbao, la otra joder como está, mira esa que asco da...juajua, no me la follaba ni tapándole la cara con la bandera de España. Todas las mujeres son unas putas, no te enamores nunca de ninguna.

Véase mujer dominante de 30 años que quiere ser como una de 20, una bolita blanca surca su nariz. Mira atenta, sonríe a carcajada limpia mientras ofrece a dos chicos un trío. Que guay soy, soy supermegagüay, la modernidad en una cajita de cristal que se esfuma en la resaca del día siguiente o incluso la semana que le queda por trabajar en la oficina. La vista perdida sin ninguna meta ya, y con la sensación de haber perdido el tiempo, y la ansiedad generada por el paso del tiempo y las drogas con las que adereza sus noches y el anhelo por un amor que se fue sin avisar para no volver jamás.

Véase al faltoso de turno que ya no cree en nada, agita su mente con tormentas contagiosas, y verbo en mano insulta al personal de la manera más sutil posible.
-Ei,tron. Sabías que las ovejas eléctricas sueñan con alegres replicantes, o somos nosotros los alegres replicantes que sueñan con ovejas eléctricas. ¿Dímelo tú?.
Al final de la noche acaba perdido, solo, con la punta enhiesta de la sobredosis de estimulantes y alcohol. En un portal intentando joder con una prostituta que desesperada mira para otro lado mientras le chupa la polla.

Véase al camello de turno con regalos para todos, y con su tensa mandíbula va sorteando viajes al por mayor.
Tú solo tienes que rascar y miles de premios conseguirás.
-Para ti esta bolsita, mira, ésta está mejor que lo que le di al otro pardillo. Pero tú me caes bien, joder, así que venga.
(mientras piensa, joder, antes era puta escama, parecía feldespato, brillaba en la oscuridad y nos hacía brillar en los sótanos de un VARsovia eléctrico. Ahora esto es una jodida mierda, una mezcla de medicamentos varios retirados del mercado y una puntita de cocaína con cafeína sintética)

Véase a los dos secretas ultrabronceados, una de ellos se parece a un joven Don Jonshon, y el otro a un Teddy Savallas pletórico. Aparecen de repente ante dos jóvenes entrados en años que tranquilamente apuran sus cigarrillos y acaban de comer unas patatas bravas. Hablan de la vida, de su vida que ha llegado a un punto en el que lo único que les satisface es estar tranquilos. Uno de los secretas intenta sacar la placa de su cartera, sin lograrlo. Lo intenta una vez, dos y casi pasa de largo ante estos(mientras ellos piensan, "a ver con que nos salta este, que nos va invitar a una raya, o qué...jajajaja). Teddy ante la falta de eficacia de su compañero incapaz de sacar la placa de una vez lo hace él, con una extrema seguridad muestra la placa de policía y la agita ante los dos colegas a los que se les escapa una carcajada.
-¿Qué?, ¿comiendo algo?
-Sí, sí, claro, comiendo algo y echando un cigarrillo.
Los dos antivicio desaparecen como aparecieron conscientes de la humillación y siguen con su supuesta y rutilante identificación de posibles consumidores de drogas y alborotadores. Aunque parece que los qué más puestos van; son ellos. Esto de ser policía debe provocar mucha ansiedad.

Véase al punkie, con botas de trekking, y ropa de montaña, dando un discurso sobre el amor libre, mientras dice a un amigo que va poner un gallinero encima de su casa. Para todas las gallinas que lo pretenden. Así las tiene todas, siempre a su disposición. El speed recorre sus venas y lo agita de un lado para otro.
Habla aquí, habla allá, picotea y picotea pero es incapaz de quedarse en un sitio y escuchar, simplemente escuchar. Será que los demás no somos lo suficientemente radicales.

Véase a la hippy-punkie, recién sacada la carrera, en la esquina de la barra, apoyada, decidiendo a cuál de todos los imbéciles se va follar esta noche.
Véase a todos los demás con sus defectos, sus errores pero sin ningún estereotipo concreto, disfrutando de la noche sin necesidad de apurarla hasta el último momento, sin necesidad de necesidad de nada. Simplemente disfrutando de buena compañía, y pidiendo perdón a cada pisotón dado. Y en el último pisotón, antes de salir de un pub discoteca alguien le asesta una puñalada en sus costado. 

Xixón, te mata.


Víctor Cuetos, 2009, Xixón.

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