Víctor Cuetos, XX, Xxxx
En memoria de Nuñez y Villoria
Vamos como en un ascensor vacío
que no tiene memoria
y por lo tanto no hace paradas
en ninguno de los pisos del Edificio.
Ascendemos solos hacia el cadalso
sin apenas mirar a nuestros vecinos.
Nos creemos dioses
o en algún momento de la historia
nos lo hicieron creer.
Nos hicieron parte del problema
corresponsales de la barbarie.
Nos inculcaron trastornos psicológicos
traumas de baja intensidad
que nos hacen creer
que estamos locos cuando no lo estamos
o que somos normales cuando no lo somos.
La autoestima es una cosa del Facebook
o de la cultura de la autoayuda sin el nosotros
del empoderamiento sin emancipación.
Vales tanto como valen tus me gustas.
La masa y el yo son uña y carne.
Mientras tanto, fuera del ascensor
nos saquean y nos piden que seamos felices
que persigamos nuestros sueños
que seamos emprendedores
Y todo, para sentirnos mejor que ayer
porque el hoy no somos capaces de percibirlo
sin ayuda de drogas o placebos digitales
que almacenan nuestros recuerdos.
Y todo, para sentirnos mejor que aquel
o para que aquel o aquella se sienta mejor que tú.
¿Qué tiene qué pasar para que nos demos cuenta?
De que somos clones de los clones
la humanidad nunca fue tan anodina
como lo es ahora.
El culto a la personalidad
o al nombre por el nombre
ha desplazado a lo que decimos
sentimos, oímos. Percibimos.
Somos una realidad reconstruida
a base de imágenes y datos
y más datos.
Vamos como en un ascensor vacío
y ascendemos solos hacia el cadalso
porque se nos ha olvidado
que íbamos acompañados.
Al compás del abrazo
de los puños chocando en el aire.
Del como estás o como te ha ido
del apoyo mutuo
de la solidaridad en vena.
Vamos como en un ascensor
en una caja de acero inoxidable
sin chapa y pintura
sin memoria
porque se nos ha olvidado
que estábamos acompañados.
Víctor Cuetos, Xx, XXXX