La semana pasada he contado veintisiete
personas
en el Bar del la Esquina con la
Príncipe de Asturias,
a los cinco minutos había veintidós
personas,
a los diez minutos había veinte
con sus vinos, sus cafés, sus tés,
sus chupitos de JB
y agua del grifo con una piedra de
hielo.
También he visto miradas tristes
de manos temblorosas
miradas orfidal
miradas vacías
miradas muertas
miradas vívidas
miradas brillantes
celebrando la vida
o matando el tiempo
que nos queda...
He visto a dos hombres con las batas
azules
de taller, del que sea...
a un policía de paisano
no pagar sus vinos
e irse sin despedirse.
Ya van ocho sin pagar
y al parecer no va a llegar a nueve.
Ya van ocho sin pagar
y al parecer no va a llegar a nueve.
A enfermeras, a empleadas del Alimerka
a gente que transita por la Avenida
y se para a tomar un café.
A veces la gente llama a la gente
y es cuando el bar se parece a un
Barrio.
Esta semana he contado veintidós
a la hora punta de la tarde
entre las siete y media y ocho.
A los diez minutos eran diecisiete
a los quince eran quince.
Al principio todos están enfrascados
en su conversaciones de a dos
en el periódico, el móvil
las noticias en televisión
el partido de fútbol
pero al final siempre quedan siete
y todos hablan con todos.
El barrio repunta
ya se parece a una Asociación de
Vecinos
del BAR.
Esta mañana he contado dieciocho
pero al cierre/ al cierre seremos siete
y al final del cierre dos o tres o
cuatro
o cinco, contando con Ismael y María;
sus dueños.
Es cuando podemos hablar de política
sin que nadie nos escuche.
Echamos unos cagamentos
como se dice aquí
para quedarnos agusto
antes de irnos todos a casa.
Yo no tardo ni diez minutos en
dormirme.
La cerveza me embriaga
el cansancio de los salarios muertos
y las pagas prorrateadas
me produce somnolencia.
No puedo escribir más de cuatro versos
o capturar algún pensamiento difuso.
Por eso hago estos ejercicios mentales.Lo llaman poesía y no lo es.
Víctor Cuetos, XX, XXXX
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