lunes, 21 de febrero de 2022

Los Pantanos del Miedo




Salí ahí fuera 

con la inmensidad

de los bosques. 

Como cuando nací

y era un árbol y su copa. 

Crecían las ramas y yo con ellas. 

Y me sentí el Dios de ninguna parte. 

Me habitaba la yerba fresca 

el musgo de las rocas 

los regueros de agua. 


Y de repente sangre seca 

mezclada con el polvo

de esos caminos sin horizontes. 

Lejanos y ajenos. 


Y no eras más que otro árbol caído

de ramas agitadas por el viento

tocándose desesperadas

agarrándose unas a otras

para no caer sobre ese manto

de terruños y terratenientes.


Y fue ahí

lo sé

mientras observaba 

como los pliegues de los valles 

se montaban superpuestos 

se movían; tenían vida. 


Fue ahí 

O justo un instante antes

cuando recordé a Federico 

y las cunetas que sembró Franco

sobre los caminos polvorientos

o los Pantanos del miedo. 


Y mis lágrimas brotaron

y entraban y salían 

brillando como neón

desde las cuencas de la tierra

hasta los confines de mis ojos. 


Eran lágrimas de luz

o un reconocerse 

ante los muertos 

qué aún brillan en la oscuridad

destapando el misterio 

llenando de vida 

el vacío

qué dejó el espanto; 

sus caminos polvorientos

o los Pantanos del miedo

que enterraron la vida. 

Tantos años y tantas muertes. 

Tantos años y tantas muertes. 

Tantos años y tantas muertes. 


Víctor Cuetos, Xixón, 2022







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