martes, 22 de octubre de 2024

Serve the Servants

 



De niño soñaba con agujas

aunque nunca les tuve miedo

a las que estaban tiradas por el suelo;

sí.

 

Nos metieron tanto miedo

que Naranjito en los 80`

tranquilamente podía haber sido

heroinómano.

 

Tanto, tanto miedo…

Que cuando íbamos a las fábricas

abandonadas por la Reconversión Industrial

cuando te clavabas un clavo en la suela

pensabas que había sido una jeringuilla.

Y ese día no dormías en toda la noche

pensando que en lugar del tétanos

hubieras pillado el Sida.

 

La verdad, que en mi maldito barrio obrero

había más piedras, chatarras tiradas por el suelo

después de los disturbios que jeringuillas.

Pero también había jeringuillas y muchas

en las fábricas abandonadas.

 

No sé cuantos jóvenes cayeron en esa época.

Lo que sé es que era habitual encontrarte

un muerto de sobredosis cerca de las vías del tren

al lado de las fábricas abandonadas por la Reconversión

Industrial. Como ratas de alcantarilla.

 

Una colombiana, sirvienta de los sirvientes, que conocí me dijo:

-Ay, pero el narco no tiene la culpa de nada.

Es el yonqui el que se busca la ruina.

 

Sobre todo cuando la droga está adulterada

y es uno de los negocios más crudos

y lucrativos del Capitalismo del Sol Naciente.

 

Mi padre no nos dejaba ver Sensación de Vivir

a mí y a mis hermanas, solo quería ver Alf

o la Pantera Rosa. De Alf decía que era una serie

de la Antigua RDA. O sea comunista.

 

Que razón tenía, joder, aunque yo tenía 

que defender a mis hermanas.

Y ahora entiendo porque decía

que Alf era una serie de la antigua RDA.

Porque éramos unos putos alienígenas

en un maldito barrio obrero

lleno de jeringuillas y yonquis,

y conflictos obreros.

 

Estaba demasiado adelantado a su tiempo.

 

La verdad que solo he probado la heroína

una vez, y mal fumada. Y me causó tanto placer

que me dije:

Algo que da tanto placer sin aparente sufrimiento

no puede ser bueno. Y no soy protestante.

No la he vuelto a tocar en mi vida.

 

El caso es que nos metieron tantos miedos

tanto, tanto miedo con todo

que aún no hemos aprendido a disfrutar

con naturalidad de casi nada.

 

Y yo quería tanto a mis hermanas

que una vez cuando se encerraron

en el baño, las dos, solas.

Pensé que se estaban chutando.

Y puse el grito en el cielo.

Tendría diez u once años.

En realidad hoy después de tanto tiempo

creo qué...y por primera vez

a una de ellas le había venido la regla.

 

A mis hermanas, Marina y Arancha.

Gracias por estar ahí.

 

Víctor Cuetos, Xx, XXXX

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