Nos venden baratos y llaman trabajo
asalariado a la esclavitud.
Prestamos servicios indispensables
y nos pagan salarios de usura.
Nuestros empleadores antaño
eran llamados traficantes de esclavos.
Y esclavas.
Nuestras calles se inundan de repartidores
de Glovo en patinete qué se manejan
entre la lluvia a su suerte
haciendo la compra por ti.
Qué estás cansado de echar
horas extras.
No ven el peligro, su tiempo es dinero
aunque lo llamen libertad de horario.
Si les prestaran una narcolancha sería
más o menos lo mismo; ganarían más dinero.
Dependemos unos de otros
pero nunca fue todo tan
ridícula-mente falto de todo.
La economía es un trapicheo
en el que siempre pierden
los mismos.
La patronal te mata por dentro
pero tú, tú echas la culpa
a tu vecino. El raro.
Te vacían, pero tú te enfrentas
al que viene de lejos para
buscarse la vida.
El oscuro.
Apenas ves a tu familia
y a tus amigos casi los has
olvidado. Y la culpa es del
otro, o sea tú, o sea yo,
o sea el otro. Qué es más otro
qué tú. Gilipollas.
La patronal te mata por dentro
y ya te da igual ocho horas
qué ochenta. Cuando te jubiles
quieres ser como ellos
pero con cáncer de próstata.
Ir a pescar salmón a Noruega,
buscar el Santo Grial
o el Vellocino de Oro.
Jubilarte en una isla
donde los cubatas
están tirados de precio
y las hamacas sean más baratas.
Cuando quizás ya sea tarde
o te salgan los gusanos
por las cuencas de tus ojos.
Siempre hay un peor que tú
pero aún no has aprendido
la diferencia que hay
entre ser pobre o ser un
puto miserable.
Niño Criminal, Xx, XXXX
"¿Huye un perro de un dueño desalmado?"
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