Mis lágrimas son granitos de arena
Que forman un árido sendero
Un oasis que se derrama
Desde el cielo
Un verano que parecía eterno
Que duró
Lo que tuvo
Que durar.
Mis heridas
Me las he lamido
con la sal de la vida
y las frutas prohibidas.
En un invierno que parecía eterno
Y que duro
Lo que tuvo
Que durar.
Mi cuerpo ya no es un cementerio
Por él corre la sangre
Y firman mis venas.
Mis nervios siguen
Electrochutándome
Con palabras
Que te hacen sentir
Que me hacen sentir
Único y preferiblemente
HUMANO.
Eterno, Isuerre, 2012
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