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El Doctor Claver y yo teníamos muchos
misterios que resolver
De hecho compramos una libreta que
luego perderíamos misteriosamente.
El más urgente de resolver era el
Misterioso Caso del Sr Burundanga
debíamos viajar hacia Colorado, a un
festival de música
allí nos encontramos con una albina
que tocaba el Ukelele
y había hecho un master en Tolerancia
Cero.
Era nuestro enlace y a quien teníamos
que informar
nos relató con todo lujo de detalles
como el Sr Burundanga entraba en las
tiendas de campaña
y se apropiaba de todo el dinero en
metálico
que hubiera en la tienda
para gastárselo todo en los Clubs de
Carretera.
Dicen las malas lenguas que el Sr
Burundanga
había estafado a pijos disfrazados de
hippies
con ansias de expandir su mente
a prejubilados de la mina borrachos
como una cuba
y a punkies sin consuelo.
Primero los invitaba a una consumición
y les echaba una droga en la bebida
fabricada en Israel
que te hacía creer que eras Agente del
Mossad.
He visto muchas cosas juntas que no te
creerías
hippies meterse speed
gallegos del ferrol
que no venden ni compran cocaína
pero el Caso del Sr Burundanga me tenía
perplejo.
Casi asombrado.
El primer misterio que resolveríamos
y quizás el único
y que anotamos en la libreta que más
tarde perderíamos
fue
el de la droga fabricada en Israel
que te hacía creer un agente del
Mossad.
La clave para comunicarnos entre
nosotros
una vez que la droga hiciera efecto era
¡BURUNDANGA!
Para comunicarnos con el resto
decidimos
que tendrían que resolver un complejo
problema
¿Cual es la distancia más corta
entre A y B?
Teniendo en cuenta que les separa una
linea recta.
Ya in situ establecimos un perímetro
y trazamos una línea recta entre A y B
con un palo reptilíneo
en un paso elevadizo
y nos dedicamos a recorrerlo
una y otra vez
solo parábamos para interrogar a los
transeúntes
de nuestra primera víctima no sacamos
nada en claro.
Era del Ferrol
y no vendía ni compraba cocaína
y así se presentó ante nosotros
al parecer estaba atrapado entre A y B
mientras intentábamos liberarlo
le contamos que éramos tenistas
profesionales
y que pudiendo estar en Wimbeldon
jugando con la Cibeles
estábamos aquí intentado liberarlo
el chico me escuchaba atentamente
con sumo interés
mientras decía:
Soy del Ferrol y no compro ni vendo cocaína
Estoy de Setas y de Eme-ele-ma...
eh-eh-eh...
Y yo le contestaba:
Y yo podría
estar en Wimbeldom
jugando con la
Cibeles
y estoy aquí.
Eh-eh-eh.
Y era entonces cuando empezábamos a reírnos
hasta convertirnos en graciosos y sonrientes reptiles
el cuello se ensanchaba y se retorcía
en una gran carcajada
nuestras facciones se inundaban de arrugas
y los reflejos de la noche eran auténticos destellos
una lluvia de luces
un cartel de neón.
Era una señal.
El Sr Burundanga estaba cerca
muy cerca
tan cerca de nosotros que podíamos olerlo.
Una vez que liberamos al gallego del Ferrol
nos trasladamos al campamento
todos los hippies estaban despiertos
el amanecer estaba cerca
nos mantuvimos a la entrada
agazapados mirando hacia todas partes
como buscando al Sr Burundanga
el Doctor Claver y yo nos miramos perspicazmente
y nos dispusimos a buscar la libreta perdida
a carcajada limpia
cruzamos un puente de madera
y encontramos una choza encaramada a un árbol
nos subimos
y vimos a Lorca Oprimido
en grandes pantallas de televisión
sumido en un tsunami
al Doctor Israel pasear ufanamente a su perro Orange Sunshine
y al movimiento reptiliano encerrado entre A y B
y sin saber cual era la distancia más corta.
Y entonces se nos ocurrió un plan
rescatamos a Lorca
y capturamos a la Albina
le dijimos al Doctor Israel
que la relación entre causa y efecto era la base de todo
y resolvimos el problema entre A y B
por breves instantes que parecieron horas
nuestro cuello volvió a ensancharse
el Doctor Claver cada vez se parecía más a un lagarto
a un gracioso y sonriente lagarto
y ahí fue donde trazamos el plan
entre A y B
a carcajada limpia...
Reuní a todos los hippies
y les hablé larga y pausadamente
acerca del Misterioso Sr Burundanga
me escuchaban con sumo interés
y con una atención exagerada
para las tonterías que les estaba contando
mientras tanto el Doctor Claver reptaba
sonriente y sigiloso y un poco aletargado
hasta llegar a las tiendas de campaña
y arramplar con todo el dinero que había.
Pues claro...¡joder!
El puto Sr Burundanga era yo
y al Doctor Claver lo encontré en la calle
pidiendo limosna
el muy imbécil lo único que sabía
era arrodillarse y extender la mano
hasta que yo lo encontré.
A Hunter S.Thompson DEP y al Doctor Claver.
Eterno Salvaje, 2014, Entre la Nacional 634 y la 640.