Hay gente que me mira mal
y no es paranoia
de verdad
yo pensaba
que era culpa mía
pero he llegado a la conclusión
de que no es mía.
La culpa digo.
Yo creo que hasta mi sombra
ha dejado de sentir culpa
por subirse a las paredes
y a los tejados de los coches
y a los techos de los edificios.
Yo creo que me miran mal
aunque algunos se ríen de mi
y no es ninguna paranoia
yo no lo entiendo
que les habré hecho
no me deja dormir por las noches
ese sentimiento de liberación
como cuando te follas a alguien
que siente lo mismo.
No paras.
De follar digo.
Lo necesitas
lo necesita
lo necesitamos.
Hay gente que me mira mal
algunos son policías
otros mirones
no tienen otra cosa que hacer en la vida
por eso les gusta la tele
y viven la vida como si estuvieran
en una de ellas.
Y digo en una de ellas.
Hay gente que te mira mal
por las pintas que llevas
otra por lo que has hecho
hace cincuenta mil años antes de cristo
cuando aún pensaban que te conocían.
Hay gente
que te deja de hablar
o que te trata con un cinismo
de Estrella Distante
y no sabes el motivo
porque nunca tuvieron
la decencia de decírte porqué.
Hay gente que te mira mal
hay otra que te saluda
con desgana
o se ríen de tus pintas
o de tu forma de caminar
o de reír
o de llorar...
o de decir...
Algunos son fachas
por convicción
y otros por mansedumbre.
No pasaron de la Edad Media
y eso que los Hobbies
aun no existían.
Hay gentes que se ríen
que te miran mal
que no te sonríen
que te escanean
con la mirada
que te fisgan
el facebook
el twitter
el correo
para ver si encuentran algo
viven en una habitación con vistas
a windows y el internet explorer.
Su vida se mide por metros cuadrados
edificables
y se sienten tan atados
tan apresados a este sistema
que solo encuentran motivación
cuando se sienten superiores
con sus Porches Aerodinámicos
sus Mercedes Neones
o sus BMWs de mierda
que tendrán que pagar
toda su puta vida
porque solo quieren aparentar.
Y es que hay gentes
con las que vale más
que no malgastes tu saliva
ya lo decía Bob Marley and the Wailers.
Y de esto ya hace mucho tiempo.
¿O no?
Víctor Cuetos, Xixón, 2017
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