viernes, 18 de agosto de 2017

Una tarde de Agosto





Hoy podría decir
que mi cuerpo acelerado
me calcina la sangre 
sentir dolor por el mero hecho de sentirlo
podría decir que me duele todo 
y que no sé como va a acabar todo esto.

Podría decirlo 
y pensar:
¿Porqué no te matas de una vez?
Y no de mil en mil
y tiro porque me toca.

Pero me estoy justificando 
por algún motivo accidental.
Duele.
Venir de una larga jornada 
y enterarte de los atentados 
y de lo vulnerables que somos.
La sociedad civil.

Duele. 
Eso duele de verdad.

Porque es como si te da
por matar una mosca
o una mariposa 
o una polilla 
y ese día estás sensible
y te sientes mal
muy mal
culpable
sin embargo otro día cualquiera
hubieras hecho un genocidio de mosquitos
sin ni siquiera pensarlo.

Duele
eso duele de verdad.

Duele pensar que es real
cuando nos toca de cerca
porque si vamos lejos 
allí nunca han dejado de matar. 

Los bombardeos 
cuando son de noche
iluminan el cielo,
cuando son de día, 
todo se oscurece. 
Los atentados son ataques 
indiscriminados 
localizados
en el corazón de Occidente
Una tarde de Agosto.
De mucho calor. 

La guerra no tiene nada de santa
y la muerte es su única bandera
hecha con barriles de petróleo
incrustaciones de oro
y piedras preciosas.

Su caja negra 
es la batería de un móvil 
y el injusto precio
que paga Occidente 
por sus mercados financieros.
Donde han fijado como valor en alza,
 a la muerte,
y nuestras vidas ya no cotizan nada.

Hoy es el primer día que descanso
casi después de 15 días 
y algo me dice 
que los bombardeos son de noche
y los atentados a plena luz del día.

Víctor Cuetos, Xx, 2017

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