Y el Domingo, en el Parking Day de "La Dinamo", en la zona de la Revoltosa. Con dos grandes, uno seguro que viene directo del Tiotordos, con chirucas de les tola vida y calcetines gordos, de los del mercau de la Pola de tola vida, por supuesto. Mirar que cartel más guapu se curró Pablo X El Suarez pal Domingo de vermú torero.
jueves, 14 de septiembre de 2017
Parking Day, La Dinamo Cultural.
Y el Domingo, en el Parking Day de "La Dinamo", en la zona de la Revoltosa. Con dos grandes, uno seguro que viene directo del Tiotordos, con chirucas de les tola vida y calcetines gordos, de los del mercau de la Pola de tola vida, por supuesto. Mirar que cartel más guapu se curró Pablo X El Suarez pal Domingo de vermú torero.
martes, 12 de septiembre de 2017
“Con los perdedores hasta el fin del mundo”
Mientras paseo por Independencia, en Zaragoza, con
independencia de mi destino, en busca de un libro de Pío Baroja,
“El Mundo es ansí”, me imagino las calles tal y como las veo,
con la misma música de fondo pero obviando el ruido de nuestro
tráfico rodado.
Veo a un acordeonista con apariencia caucásica, caracterizado
por un poblado bigote canoso, una boina y unos ojos mar que
transmiten sosiego mientras recorre sus notas con los dedos buscando
a uno de nuestros sentidos más elementales, de los que muchos no
pueden disfrutar. Unos por sordera y otros porque ya no oyen, o
simplemente no quieren escuchar. Me mira, lo miro, sonreímos los dos con picardía, los dos conservamos ese
hoyuelo, más propio de la niñez, que atraviesa nuestras mejillas
poniéndole nombre a nuestra sonrisa. Sin decirnos nada nos
reconocemos, yo le oigo y él me escucha con sus dedos, y nos
volvemos a mirar como diciéndonos, “Adiós, amigo y buena suerte”.
Sigo paseando ya con el libro en la
mano pensando en cuántos de estos viandantes me he fijado, supongo
que de cada cien veo cincuenta y me fijo en uno u dos de ellos o
ellas. Algunos van con prisa a su trabajo pensando precisamente en él
o en su vida que gira en torno a él, o eso piensan ellos; “Que
mierdas hago yo llevando esta vida por una mujer que no soporto y
unos niños que solo me traen suspensos, y un trabajo que me levanta
todas las mañanas haga frío o llueva. Con lo bien que estaba
durmiendo, con la mujer que no soporto por supuesto”. En realidad
su mujer es la que lo soporta él, y lo sabe y por eso sigue con
ella, y sus niños, al fin y al cabo no dejan de ser sus hijos.
Otros muchos salen a buscar trabajo, o
mujer que les soporte, y anhelan lo que el otro odia porque piensan
que es la solución a todos sus problemas, y de hecho muchas veces lo
es. Un trabajo que pague su techo y alguien a quien abrazar o
abrazarse, alguien a quien proteger y protegerse, alguien por quien
luchar, por quien seguir.
Veo a un hombre sentado con un cartel
que señala “que pide ayuda y acepta trabajo”, a otro arrodillado
que solo pide ayuda, no sé si a Dios o a cualquier viandante que se
la ofrezca. Nadie le ha dicho a este hombre que la piedad es un lujo
muy caro que solo los pastores y sus feligreses ofrecen un día a la
semana y los domingos por la mañana.
Nadie le ha dicho a este
hombre que puede arrodillarse las veces que quiera ante su Dios, pero
no ante mí, un humano como otro cualquiera. Es posible que se me crucen los cables y le dé una patada en el culo. Porque para mi alguien que se pone de rodillas ha perdido la dignidad, y yo no voy a perder el tiempo con él.
Veo a una señora que pasea ensimismada
y de repente lo que parece un tic es una mueca que abre su hoyuelo,
levanta su cabeza al frente, y entorna los ojos ya sonrientes. Pienso
entonces que todos conservamos ese hoyuelo, algunos tenemos dos
incluso; otros en cambio se los han vendido a Corporación
Dermoestética o a Vital Dent, o entre tanto trajín simplemente se
les olvida que lo tienen y que es una buena manera de empezar el día,
o de saludar a un igual.
Se me olvidaba deciros que a punto he
estado de comprar otro libro, no el que me obliga la Universidad a
leer, que estoy seguro que no me defraudará, si no uno más acorde
con estos tiempos, de un escritor que tengo en mi cabecera imaginaria
desde los 14 o 15 años.
Desde que leí “Cabeza de turco”, y
pensé que algún día quizás yo pudiera ser ese periodista alemán
que se disfrazo de turco en una Alemania casi que recientemente
unificada y azotada por el desempleo y la marginación. Al final poco
me ha faltado para ser el turco y no el periodista, con todos mis
respetos a las penosas condiciones en las que esta gente sigue
trabajando, malviviendo. Y ahora nos regala un título que promete el
mismo cariz, y la misma intensidad… “Con los perdedores el mejor
de los mundos”.
Algunos dirán que es un escritor menor, o un
periodista con afán de protagonismo, otros pensaremos que este
hombre a lo largo de sus años no ha perdido la capacidad para
asombrarse ante las injusticias que asolan el mundo y por la tanto
dada su capacidad creadora y su tesón vital a denunciarlas sin
titubear, es obvio.
Mientras tanto sigo viendo, observando
mi tiempo, las calles que me rodean, el viento que me azota la cara,
la gente que pasea ya sea inánime o completamente animada. Y veo
cincuenta, que diga me fijo en una persona o dos de cada cien, y sigo
viendo el hoyuelo del acordeonista, su música en cada una de las
esquinas, antes de que empiece la Navidad y los villancicos rompan
todo el encanto, por favor regálame tu música y ensordece la de
nuestro Ilustre Ayuntamiento.
Lo que ya no veo son arrodillados, ni
feligreses, ni pastores ni de ninguna de las maneras oigo el ruido
atronador del tráfico rodado. Ni gente buscando empleo, ni gente
insatisfecha con su vida o con su parienta. Solo veo gente y me
vuelvo más humano, al mismo tiempo que mis dos hoyuelos reaparecen
dando nombre a mi sonrisa, y pienso “Con los perdedores hasta el
fin del mundo”.
“Cabeza de turco”, Günter
Walraff.
“Con los perdedores el mejor de los
mundos”, Günter Walraff.
*El acordeonista, en este caso, no
pedía nada más que lo escucharán, y regala su música aquellos que
saben apreciarla.
Víctor José Cuetos González, ZGZ, 20...
sábado, 9 de septiembre de 2017
Las Casitas del Barrio Alto
El 11S de Salvador Allende
Mi madre era y supongo que es
socialista por eso las
dictaduras que retratan las películas me resultan tan familiares.
Pero le pegaba más Salvador Allende que Felipe González. Solo hay
que comparar, la barriga de uno, el yate de otro y el cadaver de
Salvador Allende defendiendo la soberanía de Chile hasta el final de
su vida.
El
11S, el día de su muerte, en el Palacio de la Moneda, y el otro 11S;
el de las torres gemelas parecía una venganza de la historia por lo
mucho que el gobierno norteamericano y sus instituciones legales e
ilegales apoyaron y financiaron el gobierno de Pinochet en Chile y el
de Videla, en Argentina. Y sendos golpes de Estado. Porque no hay
gobierno con más experiencia en Golpes de Estado que los grandísimos
y puros Estado Unidos de América. Que se lo digan a Kissinger, que
le dieron el nobel de la Paz por acabar con el comunismo y de paso colaboró en cargarse a
media juventud en sendos países y otros limítrofes porque hacía falta purgar las economías latinoamericanas.
Que
a un asesino,a un psicópata, que organizo cientos de miles de
muertes o que fue responsable de ellas, le den el Premio Nobel de la
Paz dice mucho de un mundo que no es, no existe, viaja sin norte, se autorregula asimismo dicen los grandes chicos de Chicago y su infalible método
milton; los que diseñaron esta economía tan perfecta, y tan
inhumana al mismo tiempo.
A
mi padre le pegaba Good Bye Lenin, o Lloviendo Piedras, o la Canción
de Carla. A mi madre le pegaba “La noche de los cristales rotos”,
“Desaparecidos”. En mi casa teníamos en una de las estanterías
de la entrada a Simone de Beuvioir y a Sigmund Freud juntos. Pobre
Simone. La mujer rota y el superhombre puesto de coca hasta las
trancas que se permite analizar al resto del mundo por encima de los
hombros. Ese es Freud, con algunos matices.
Ella era y es otra versión, la otra
cara, la amable, menos cuando llevaba una zapatilla en la mano y un chándal en la otra mano, el mío, que había roto por saltar una
valla de esas que solo forman parte de nuestra imaginación. Se
enfurecía porque no me duraba ni un mes un chándal, y eso que lo
remendábamos una y otra vez con aquellos adhesivos que se calentaban
con la plancha y no duraban una semana.
La otra versión son todos esos libros
que leí con voracidad, Jack London, más Jack London, más Jack
London, Mark Twain, Fenimore Cooper, Hermin Melville, Enid
Blyton...y el cine de la dos cuando solo era un niño, y ante tal
ausencia, la de Garci digo, yo solo quería ver películas con mi
madre. Conozco a casi todos los actores y directores de esa época. Y
no sé porqué, por Garci no será...seguro, porque quien leía los
créditos mientras su madre le decía que se fuera para la cama que
lo iba a pillar su padre,era yo, eso lo tengo claro, y porque aunque
no existía mando yo me levantaba a cambiar de canal hasta que
empezara la película de la Dos. Al menos no había mando para
nosotros, nuestra familia llegó tarde a casi todo, el vhs y el beta
ni lo conoció, justo cuando lo averiguamos por nosotros mismos, por
tenerlo como pertenencia ya casi había salido el DVD y el CD. Y casi
todos los objetos digamos del capitalismo se nos regalaron porque mi
padre había ayudado a alguien en alguna denuncia o en alguna
reclamación sindical o vete tú a saber.
Íbamos despacio, casi lento, pero
caminábamos lejos de todo el ruido de la primera linea de salida.
Aunque sucumbieron a los noventa, cuando pasaron los noventa
comenzamos a tener VHS en casa. Ya era hora, yo quería ver todas las
películas del mundo y leer todos los libros del mundo. Pero ya.
Mi madre no era mormona, tampoco era
comunista, era más bien socialdemócrata, pero de las de verdad.
Porque mentira en ella no hay ni había ninguna. Aunque no me dejara
comer nocilla o yo que sé donuts todos los días. Sabía francés,
me obligaba a buscar el significado de las palabras en un viejo
Laruosse. Y yo le cogí gusto, y empezaba con una palabra y seguía
todas las que continuaban a esa palabra. Leía los diccionarios, los
libros, las recetas médicas, la letra pequeña y la grande. Era así.
Una enfermedad gramatical.
Esa versión original y no subtitulada
era mi madre, es mi madre, son mis padres. Casi todo el misterio de
nuestra existencia se debe a ellos. La que me agarraba de la mano, en
las manifestaciones contra la Otan, siendo solo un niño, y apretaba
fuerte cuando parecía que la policía iba a cargar, era ella.
La que hacía que mi hermana mayor nos
protegiera cuando ella se iba a hacer la compra era ella.
Un día ella no estaba, y vino la
policía a preguntar por mi padre. Supongo que no nos atrevimos a
responder o a abrir, pero mi hermana mayor fue a abrir, y nos agarró
de la mano a mi otra hermana y a mi, y se dispuso a abrir la puerta.
Estábamos colocados de mayor a menor. Aparecieron dos policías de
paisano preguntando por mi padre. Imaginar la escena, las hermanas
Dalton y yo. Que casualidad que se fueron sin más, pero se nos quedó
grabado para toda nuestra vida. Cuando se fueron, mi hermana nos bajó
al portal, supongo que aterrorizada, a esperar a nuestra madre o a
alguien del vecindario. Y ahí nos quedamos llorando los tres...Los
malos eran ellos, un niño nunca se equivoca.
Supongo
que por eso las películas sobre las dictaduras me resultan tan
familiares. Es fácil acojonar a tres niños, aprovechar que su
madre está en la compra, y no tiene a nadie en ese momento que quede
al cargo, excepto mi hermana mayor.
Como suponer tanta mala hostia...tanto
daño. Pero en este mundo la política del miedo es la que ejercen
casi todos los gobiernos para mantenernos calladitos haciéndonos
pensar que el capitalismo es el mejor sistema de todos, el infalible,
no falla oiga, tiene sus errores, pero lo de comparar y buscar otra
cosa mejor solo era un anuncio de televisión.
Busque,
compare y se encuentra algo mejor, compre.
Aunque en realidad es la política del
miedo la que mantiene invicto a este sistema.
Va sigiloso, por detrás, te
susurra cosas al oído que es posible que puedas llegar a tener, y
digo tener. Y cuando te das cuenta tienes una soga en el cuello. Si
desatas la cuerda vendrán las esposas y hasta las hostias por
detrás.
Pero no es esto lo que yo quería
contar. Lo que me jodía no es que mi padre fuera comunista y luchara
por sus ideas, lo que me jode es que vivimos en un mundo en el que no
podíamos compartir con los demás nuestra verdad porque casi nadie
se lo creía. De verdad que nadie se lo creía. O no lo querían
creer. La democracia era esto, una fábula, algo falso y endeble,
que se caía por su propio peso cuando alguien se atrevía a decir la
verdad. La verdad mata más que cualquier otro concepto que siendo
tan abstracto signifique tanto. Decir la verdad es peligroso, eso es
lo primero que aprendí, y que aun así no he sido capaz de
esconder. Verdad o consecuencia no era un juego ni para mi, ni para
mis hermanas, era una realidad que vivíamos casi todos los días. Y
no nos gustaba, para nada. Pinchazos de teléfono, llamadas de
madrugada, llamadas y más llamadas. LLAMADAS TELEFÓNICAS.
Mi madre me enseñó, no solo me enseñó
a levantar el culo y cambiar de canal cuando Garci y los suyos nos aburrían hasta la
extenuación, sabiendo que se hacía tarde para ver la película,
también me enseño a aprender por mi mismo, a verlo todo con mis
ojos, a tocarlo. A fregar, a encender la cocina, a mirar las potas, a
husmear en todos los lados. Alimentaba mi curiosidad y mi
inteligencia.
A creerlo todo si es necesario. El
misterio es suyo y es mío, y el cine negro y Humphrey Bogart y
Lauren Baccal, y Marlon Brandon, y Paul Newman, y Jonh Huston, Sean
Connery, Michael Caine, Sam Pechinpah, Billy Wilder, Marilyn. Gracias
a ella sabía que Anibal, el del Equipo A había hecho con aquella
niña adulta llamada Audrey Hepburn su Desayuno con Diamantes.
La primera persona con la que vi el
Tesoro de Sierra Madre, por la que leí la Fiebre del Oro, no fue por
Jonh Huston, ni por Jack London, ni por Garci, joder. Fue por mi
madre.En el tesoro de Sierra Madre no hay misterios. En la vida hay
dos clases de riqueza, la de la curiosidad y el conocimiento, y la
económica. Yo solo quería conocer, ver...experimentar, leer,
escuchar, sentir.
La
dos era mi madre, y la uno mi padre, el tiempo, las noticias,
la clave, José Luís Balbin, AjoBlanco, El Viejo Topo, El Jueves, la
política internacional, Gorbachoch, la Perestroika, la guerra fría.
El país, el mundo, el Independiente...El Le Monde Diplomathiqué.
El muro de Berlin y el clavel de la
revolución de los Claveles juntos, porque los de las rosas se fueron
marchitando al mismo tiempo que el capitalismo se hacía tan salvaje
y tan prometedor, para unos pocos, y desastroso para muchos y muchas.
Los domingos que llovía escuchábamos
a Víctor Jara y las Casitas del Barrio Alto, mi padre hacía los
vermús para ambos mientras yo leía, leía todo lo que llegaba a mis
manos. Creo que por eso escribo esto.
Aquí comienza esta historia. La del
Primer Niño que pintó una A de anarquía en su ventana porque
afuera llovía.
Mi familia lo es todo.
Víctor Cuetos, Xx, 2017
Víctor Cuetos, Xx, 2017
martes, 5 de septiembre de 2017
Antes la poesía molaba
Antes ser poeta molaba
tenían una vida azarosa
siempre pendiendo de un hilo
al límite como Di Caprio
que diga Rimbaud.
Eran
visionarios
guerrilleros
brujas
chamanas
putas
yonquis
maricones
travestis
maricones
travestis
embajadores
traficantes de esclavos
malditos por el sistema
o por su ego desbordante.
Antes ser poeta molaba
viajabas
te enamorabas
del mundo
de la vida
eras una especie
en extinción
ahora a todo el mundo
le gusta la poesía
es un rollo
Andy Wharhol tenía razón
aunque la factoría de antes
ya no es la de ahora.
Fernando Pessoa
utilizaba varios nombres
para escribir
y con cada uno de ellos
desarrollaba una personalidad
a veces era pirata
otras un puto funcionario insomne
que escribía de pie
y por las noches.
Antes la poesía molaba
aunque a Lorca lo mataron
por maricón
y se ganó la eternidad
y el respeto
porque lo que hacía
lo hacía muy bien
era su pasión
y era capaz de mutar
una y otra vez.
La poesía antes molaba
no porque fuera más poesía
sino porque se vivía
por dentro
muy dentro
calando hondo
al fondo
de la oscuridad
con una cerilla
éramos capaces
de iluminar el mundo.
Ahora
digamos
que la única estrella
que hace que el mundo
se ilumine es la de la navidad
colgada en un gran árbol
conífero de hoja perenne
en una gran superficie comercial.
conífero de hoja perenne
en una gran superficie comercial.
Antes la poesía molaba
antes ser poeta molaba
ahora
es un puto suicidio
o un puto negocio
en tiempos de crisis.
Niño Criminal, Xx, 2017
lunes, 4 de septiembre de 2017
El primer niño que pintó una A de Anarquía en la ventana de su habitación porqué afuera llovía
Nosotros pasábamos ciertas penurias,
principalmente a causa de las decisiones que tomaba nuestro padre.
Pero estábamos integrados, más o menos, claro. Mi padre lavaba la
bandera de la RDA en
casa, y luego la tendía ante los alucinados ojos de nuestros
vecinos. Era secretario de una asociación de hermanamiento y
cooperación con la antigua y desaparecida Republica Democrática
Alemana.
El nombre lo dice todo y el compás de
la bandera.
Creo que por mi casa pasó algún embajador, y casi qué el mismo Erik Honecker. O la Stasi, o no me acuerdo muy bien. Mi padre algo tendrá que decir al respecto, de con quien comí yo helados por la Castellana de Madrid cuando solo era un puto niño.
Creo que por mi casa pasó algún embajador, y casi qué el mismo Erik Honecker. O la Stasi, o no me acuerdo muy bien. Mi padre algo tendrá que decir al respecto, de con quien comí yo helados por la Castellana de Madrid cuando solo era un puto niño.
Si no recuerdas la historia, te la
refrescaré, seguro que te acuerdas de la Guerra Fría, de que el
mundo estaba dividido en dos bloques; el comunista y el capitalista.
Alemania estaba dividida en dos, la capitalista y la comunista. Les separaba un muro. El muro de Berlín.
Mi padre colaboraba con el bloque
comunista viviendo en el capitalista, por lo tanto las visitas de la policía a casa no es que fueran habituales, pero al parecer a mi me conocían desde que era un enano, dicho por un secreta de la CNP.
En mi casa se evitaban en la medida de lo posible las películas norteamericanas, estaba totalmente prohibido Rambo, la Guerra de las Galaxias y toda película que mi padre entendiera que exaltara el sueño americano. Aunque las que echaban por la tele las veíamos, y el ponía esa cara de desaprobación y mala hostia...
En mi casa se evitaban en la medida de lo posible las películas norteamericanas, estaba totalmente prohibido Rambo, la Guerra de las Galaxias y toda película que mi padre entendiera que exaltara el sueño americano. Aunque las que echaban por la tele las veíamos, y el ponía esa cara de desaprobación y mala hostia...
Como cuando mis hermanas veían, y yo
con ellas, Sensación de Vivir o Melrose Place,
el
sueño americano en mi casa estaba prohibido.
Ahora que lo pienso fríamente tampoco
era para tanto, y creo que no me perdí gran cosa. Podía ver muchas
otras, que seguramente me gustaban más, como la Selva Esmeralda,
Gorilas en la Niebla, o Indiana Jones, o Bruce Lee y el Dragón Rojo
en los cines del colegio, con las colchonetas, sí...
Los goonies...Yo que sé. Y Alf, porque Alf era un serie de la RDA, al parecer y nosotros extraterrestres en el vecindario. Y la Pantera Rosa comunista, no te jode. Pero sobre todo
podía leer, porque en mi casa libros no faltaban. El manifiesto
comunista, los consejos obreros, los anarquistas...De todo eso, de
todo aquello solo quedó una piedra pintarrajeada del Muro
de Berlín y encima una pipa que alguien regaló a mi padre.
Para algunos parece que la cuestión
principal reside en dos marcas registradas en la que el color, o la
variente del color representa la marca. Unos beben pepsi y otros coca
cola, y los más alternativos beben Fritz
Cola, los más radicales Meca
cola. El mundo tal y como lo entendemos hoy, es uno. No hay
variantes, no hay alternativas. Son pocas, exiguas, e implican un
sacrificio al que ya no estamos acostumbrados.
Yo nací en la contradicción, en el
choque entre esos dos grandes bloques. Sabía
que Good Bye Lenin era mi película, la de mi padre. Y
Trainspoitting la de mis
amigos, y la mía, porque también vivíamos en el culo del mundo y nos poníamos hasta el culo de todo, o de casi todo menos la heroína.
Los
yonquis y los comunistas serán los únicos que sobrevivirán a la
barbarie de nuestros días. Y
el primer niño que pintó una A de Anarquía en la ventana de su
habitación porqué afuera llovía.
Aplaude Coehlo, Xx, 2017
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