No sé si sabré escribir sobre la felicidad.
O sobre algo que se le parezca.
Sobre la dicha, la alegría de sentirse.
Vivito y coleando.
Aunque en los cielos,
a lo lejos, suenen los bombardeos.
Y la barbarie esté mucho más cerca
de lo que nos parece.
Aquí, tan lejos de ella,
y tan cerca de la miseria humana
que la produce.
No sé si podre, si tendré que esconderla
para no sentir vergüenza.
Nadie me ha enseñado a convivir
con esta esquizofrenia
que llamamos sociedad occidental.
Cuando se supone que han ganado los buenos
en todo el puto mundo Occidental
y Netanyahu solo es un soldado universal, un justiciero
de cinco puntas y una estrella.
Mientras miles de niños y niñas son asesinados
Ejecutados desde el cielo. Como si fuera un dios u otro.
¿Por qué no hay Cascos Azules en Gaza?
Si los representantes del pueblo Israelí
se han propuesto aniquilar al pueblo palestino.
¿Por qué llaman Corredores humanitarios
a los Corredores de la muerte?
No sé si sabré escribir sobre la dicha
que siento, la celebración continua
de sentir amor y vergüenza al mismo tiempo.
Nadie me ha enseñado a hacerlo.
He aprendido a convivir conmigo
y con los demás, dándome un poco de tregua.
Dejando la beligerancia para cuando tengamos
algo que ganar sin sufrir tantas pérdidas.
Pero, ¿a donde se han ido los buenos?
¿Dónde están los malos?
¿Nadie lo tiene claro ya?
Es el mundo al revés
tantas veces ha girado
que los nazis han ganado´
la Segunda Guerra Mundial
y “El hombre en el Castillo”
es más real de lo que pensábamos.
Víctor Cuetos, Xx, XXXX
"El hombre en el Castillo", Phillip K.Dick
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