El peor síndrome de abstinencia
es el que provoca los dedos
que dejan de tocar.
Los brazos que dejan de abrazar.
Los labios que dejan de besar.
El más duro de todos, el más catastrófico.
El más dramático es el del corazón
que deja de latir, el tacto que deja de sentir.
Los ojos que dejan de ver, los oídos
que dejan de escuchar.
La peor de las adicciones
que hay en el mundo
y con fatales consecuencias.
Es la de querer más.
A toda costa. La de poseer por poseer.
Querer más de lo que tienes
cuando ya tienes demasiado.
Y su síndrome de abstinencia
produce falta de tacto,
brazos de madera,
labios de metacrilato,
y lo que es peor de todo;
miedo a perderlo todo.
Víctor Cuetos, XX,XXXX
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