jueves, 21 de abril de 2016

Crónica del "Encuentro con la poesía en el IES Pando"


El martes era uno de esos días en los que es difícil saber si va llover, si va volver a salir el sol, o si las nubes y los claros, las nubes y los claros, las nubes y los claros nos acompañarán el resto del día.
Donde si salió el sol fue en el Instituto Pando, en Oviedo, abrigados por alumnos y alumnas de 4º de la Eso, y sus respectivos profesores; los poetas y las poetas, solo algunos, pudimos participar en un acto en el que tres alumnos presentaban la antología en la que participamos, Degeneración Salvaje.
Cuando entramos en el salón de actos nos encontramos con unos jóvenes nerviosos y deseosos de presentar el acto, pero más nerviosos nos pusimos cuando nos dijeron que tenían que ensayar la presentación, que les dejáramos 15 minutos.  Salimos fuera, mientras las profesoras nos recordaban que en el patio del Instituto no se podía fumar. Cuando ya iba a encender un cigarrillo recordé que claro que el patio es el patio, aunque yo lo considere todo calle. Me rasqué la cabeza para no encenderlo tan apresuradamente y salimos a la calle; los poetas, las poetas.
Bueno, " ¿Y qué dirán? ¿Qué irán hacer?". Ahora supongo que les quedaría algún fleco bibliográfico, y que tuvieron que improvisar. El arte de improvisar es hacer creer a todos y a todas que no estás improvisando. Y cuando dices que improvisas realmente lo tienes preparado, aunque sea un poco, y les dejas estupefactos con tu capacidad para improvisar. Porque recitar, escenificar, interpretar tus poemas es tan importante como escribirlos. Tienes que sentirlos, apropiarte de esa voz, de la tuya que no sabías que tenías pero está ahí, siempre está ahí. Y allí estábamos esperando poder entrar en escena, el público ya estaba en la sala. El salón de actos estaba casi lleno. Una profesora llego a decir que seguramente no estábamos tan acostumbrados a tanto público, tampoco es así, pero suele ser así.
Aunque el público va creciendo, y se ve que poco a poco hay un interés por la poesía que no había antes. Sobre todo por la poesía que intenta acercarse a la gente, no la que se aleja o se agrupa, o se cierra en elitismos o estilismos de distinta índole. 
Y se lo debemos en parte a iniciativas como estas, o a otras de diferente o similar calado. Las jams, las timbas, los actos colectivos en los que se intenta popularizar la poesía más allá del libro físico.


Cuando empezó el Encuentro los poetas y las poetas que somos torpes por naturaleza, dudamos aunque parezca que no, no encontrábamos sitio para sentarnos. Pero bueno; " ¿Qué hacemos? ¿Nos sentamos aquí? ¿Donde nos sentamos? " . Hasta que se sienta el primero y entonces lo hacemos todos los demás, como si el salón de actos fuera el camarote de los Hnos Marx y el Capital el libro que teníamos en las manos. Y que ansiábamos empezar a leer. Pero la historia no va así, al igual que la vida no todo está preparado al gusto de todas las personas. Y que conste que yo soy de los que huyen o se ausentan, pero siempre hago un esfuerzo por estar. 


Empezaron a presentar y lo hizo la chica. Sus palabras nos cautivaron, captaron la esencia del libro o de lo que pretendía ser. Una bofetada en la cara a la normalidad asistida y a lo políticamente correcto. Partiendo de su título, dijo: 
-Los poetas y las poetas que aquí escriben asumen la degeneración como algo propio, utilizándolo a modo de denuncia social. Por eso el título de la Antología es; "Degeneración Salvaje". 
-¡Exacto! 
La mayor parte de nosotros y nosotras pertenecemos a una generación silenciada, en la que las nuevas voces en todo los ámbitos culturales poco importaban a no ser para decir exactamente lo mismo que otros ya han dicho. La degeneración está servida y es salvaje, en relación a todas las veces que hemos mordido polvo, y por todas las veces que se nos ha negado reinventarlo todo, partiendo de cero. 
Por eso cuando intentamos hacerlo volvemos a reproducir una y otra vez, una y otra vez exactamente lo mismo. Estrechan los caminos y nos señalan las vías rápidas, las carreteras secundarias y las autopistas con peaje. Si adquieres demasiada importancia, y hay fuerza y capacidad te ofrecen caramelitos o gominolas de ositos para que sigas reproduciendo los mismos esquemas no se vayan a quedar sin privilegios algunos y algunas. O para que la crítica se quede en una simple representación de un corte de manga. Y al final te quedas con la manga pastelera y sin tu trozo de tarta. 
Por eso la literatura, la poesía, es un reducto en el que todavía hay luz en la oscuridad, y oscuridad en la luz. Y no nos basta con linternas queremos ser estrellas aunque sean fugaces e iluminar vuestra sonrisa, o abrigar vuestros lamentos, o incluso si me dejas te provocaré la mayor indignación posible ante hechos que le cortan la sonrisa a cualquiera. 
En la poesía hay revuelta, hay alegría, hay algo más que palabras e imagen y se nutre de todo lo que le rodea, hasta de las máquinas de abrillantado que pasan por la ciudad como queriendo atropellarte a ti y a las palomas. Porque hasta en la desesperanza más absoluta la comunicación, las palabras son herramientas fundamentales, y la poesía no es más que eso. Tu, yo, nosotros, nosotras y el mundo. 




Y aquí intervenimos después de escucharles atentamente, volvimos a situarnos otra vez. 
Como no nos gustaba estar ante una mesa pusimos las sillas en el suelo y no en la tarima del salón de actos. Y volvimos a reproducir el camarote; Esta silla no que no vas a estar cómodo, ponte en esta, bueno donde me pongo, tu aquí, él allí, ella ahí, ¡que importa!. 
Nos pusimos a su nivel, al ras del suelo, porque lo que nos distingue o lo que nos une es que somos gente, igual que tú, peor o mejor, mejor o peor. Somos gente y no nos gusta que nos separen balaustradas, ni tarimas, ni escenarios. El escenario es todo...y todos y todas formamos parte de la escena. 



Al finalizar una profesora de Ciencias, nos admitió que le había sorprendido mucho la manera en la que interpretábamos nuestros poemas: Que claro, visto en el libro pues no es lo mismo. Cada una tenía una manera de interpretarlo y de recitar.
Hace unos cuantos años, yo diría que pronto va hacer una década, la chavalería que ocupó durante un tiempo la Fábrica de Colchones de la Flex, en Xixón, a la que apodaron "Flextricia", organizó un recital , una timba, un poquito más oscura por el espacio en el que se desarrollaba. En el que participamos dos de los poetas que aquí escribimos, en esta antología. Pablo X Suárez y yo. 
Tuve más o menos la misma sensación, la sensación de ser parte del público que te está escuchando, la de fundirte con él. Aquella fue para largo, duro unas horas más o menos, y fue más concurrida incluso. Había gente de todo tipo, incluido vecinos del Barrio de "La Calzada". 
Un hombre se me acerco después de la timba, y me dijo: 
-Yo es que poesía solo la había escuchado en la tele y eso. Pero lo que hacéis vosotros lo entiendo, y me gusta y me entretiene. Se me ha pasado muy rápido. 
Poesía eres tú, poesía soy yo, poesía somos. Sucia, febril, apasionada, agresiva, oscura, alegre, popular. La diferencia que hay, entre los y las que la escriben y sus oyentes, es que se han empeñado en hacerlo, y sobre todo, hoy no se puede entender la poesía sin interpretarla y recitarla, sin vivirla  a pie de calle. 
Gracias a José Luís González Yebra por hacerlo realidad, al profesorado, al IES Pando, a los alumnos, alumnas, en especial a las personas que subieron al escenario y se pusieron ante un público, ya que nunca es fácil hacerlo. 

Víctor Cuetos, Xixón, 2016 



Gracias a Juan Menéndez por las magníficas fotos. 



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