Quizás debería empezar por lo que no
es poesía pero es que no lo tengo muy claro. Los y las que creen saberlo a lo mejor influidos
por esta u otra academia, o por este u otro profesor de literatura. O
por los que se rigen por alguna regla clásica. Pero la poesía es algo más que una asignatura.
Por dios, el primer género literario
que rompió con las reglas clásicas, que comprendió que solo
servían para encorsetarse en un discurso que sirve para discriminar
y para dejar en manos de las élites cualquier expresión de arte fue
el teatro. Además de que eran conscientes de que limitaban las obras
a unas reglas que debían romperse. Han pasado siglos y la poesía
aun hoy adolece de exactamente lo mismo. Para los academicistas, los
teóricos hasta el verso libre tiene unas reglas clásicas. Se siguen
impartiendo por repetición, enumeración las mismas reglas y casi
los mismos autores que hace veinte o treinta años cuando aun
existía la EGB.
Hay una necesidad de etiquetar ya sea
para diferenciarte o distinguirte o para crear gremios, élites que
como loros repetirán las mismas reglas una y otra vez. Cuando el
lenguaje, o la misma poesía creo yo que debe estar al servicio de
aquella persona que quiera crear en este caso un poema.
Que más da si utilizas versos
endecasílabos, alejandrinos, si haces sonetos, si utilizas
sinalefas, metáforas, metonimias, encabalgamientos, símbolos.
Que más da si utilizas a tu vecina
para poner al resto de la sociedad a caer de un burro, si utilizas un
lenguaje clásico o un lenguaje urbano. Si mezclas esto y aquello, y
de ahí creas algo con lo que la gente pueda sentirse identificado,
que viva, recuerde, alimente su imaginación o llene su realidad.
Algo que conmueva, que haga reír, que
enfade, que provoque, que te haga sentir.
Que más da si creas porque tienes una
enfermedad y la poesía es pedagógica, o si lo haces por desahogo, o
por denunciar situaciones injustas. Que más da cuando lo importante
es expresarte y la poesía debe ser un vehículo. Los hay que viajan
en primera, otros van en segunda y algunos no llegan ni a tercera. El
poeta, la poeta es aquella persona que sigue escribiendo, pase lo que
pase, haga lo que haga y que tiene la necesidad de ponerlo en común.
Porque nos damos tanta importancia
aquellos y aquellas que pensamos o sabemos que escribimos mejor. Si
al final, en realidad, vivimos en un país en el que la poesía fue
adoctrinada, maniqueada y aplastada, o incluso silenciada. Es cierto
que en algunas partes tiene mucha más importancia de la que aquí se
da. Las culturas orientales la utilizaban para saludar o dar la
bienvenida al viajero, para despedir al que se iba de su tierra
natal. Al igual que otras culturas utilizaban los instrumentos a modo
de despertador, o para llamar a sus hijos para comer.
Occidente siempre ha querido darse
demasiada importancia, más de la que tiene, al fin y al cabo.
No ha utilizado sus conocimientos para
enriquecer culturalmente a los pueblos, si no que los ha utilizado
para imponerse al resto de culturas. El colonialismo, el imperialismo
es un invento nuestro. Y lo hemos perpetuado tanto que
intrínsecamente está ligado a la creación.
¿Creamos para ser mejor que el otro?
¿Para destacar? ¿Para ser más?
O creamos para compartir nuestros
conocimientos, nuestras vivencias, nuestras experiencias.
Son las reglas algo que nos distinguen
de los demás, más cuando ya en el Colegio estudiamos una y otra vez
exactamente lo mismo. La métrica, la rima, la tradición oral y la
escrita.
¿Quien no sabe crear un poema? ¿O un
soneto?
Es fácil; no sabe crearlo aquel o
aquella que no quiere crearlo. O quien aun no tiene acceso a la
educación pública.
Hoy por hoy, a mi modo de entender, la
poesía debe nutrirse de otras artes, tanto del cine como de la
música, como de todo aquello que habita en el imaginario colectivo.
Todo aquello que sirva para comprendernos. Yo empecé a escribir o el
motivo que me llevo a escribir fue un poema de Vicente Aleixandre,
pero ya me encantaba hacer comentarios de texto en el Colegio, antes
de que en el mismo colegio descubriese a Vicente Aleixandre. Para mi
las palabras eran magia, yo les daba forma, y el poema era un puzzle
en el que todo iba encajando a veces de una manera vertiginosa y
otras mucho más despacio, depende, todo depende de lo que quieras
escribir y como lo quieras escribir. Con ella intimé, con ella me
expresé, con ella toqué techo, buceé por el abismo.
Con ella denuncié, con ella recité
todo lo que quería decir y no sabia como decirlo.
Desde que hice el primer verso hasta
hoy, mi mente filtro miles de poemas, miles de películas, de
escenas, de canciones, de novelas, de situaciones, de calles, de
viajes, de muertes dolorosas, de accidentes...
Que más da utilizar el mobiliario
urbano que la catedral de Santiago de Compostela, el gótico que el
surrealismo, si tu intención es llegar a la gente, o curar las
heridas que vas teniendo a lo largo de este viaje que llaman vida.
Los occidentales siempre hemos querido
distinguirnos, pensarnos superiores al resto del mundo. Y ese error
lo estamos pagando, y no es nada poético ni cultural. El haber
impuesto o querido imponer nuestra cultura sobre todas las demás
solo da la razón a los más fuertes y se la quita a los más
débiles.
El darwinismo cultural no tiene nada
que ver con la poesía, y la poesía no debería tener nada que ver
con el darwinismo cultural. Es de lo único que se debería
distinguir. De todo lo demás debería alimentarse, del cine, la
calle, la naturaleza, de la música, de la ciencia. De todo aquello
que sirva para el conocimiento humano.
Hoy hay poetas que nacen de las calles, que surgen y habitan las grandes ciudades, hay poetas neorurales. Poetas que nacen en las cárceles y se abrigan con la piel de los versos que escriben.
Poetas que surgen en las universidades, en los grados medios, los ciclos formativos.
Hay poesía narrativa, poesía tradicional, de la consciencia, de la conciencia, de la experiencia, del barrio de mi primo, de la casa de Bernarda Alba. ¿Quien decide qué es poesía? ¿Y qué no lo es?
¿Quien es poeta? ¿Y quien no lo es? Yo no me atrevería a imponer mi forma de escribir a nadie.
Lo qué es publicado o no, lo qué tiene éxito o no, al final está influido por factores casi siempre externos. Estar en el momento oportuno en el lugar adecuado, ser amigo de fulanito o menganito, el padrinazgo, la hada madrina, las endogamias y otros factores del mundo cultural y editorial que tampoco es que hayan cambiado mucho.
Eso sí lo que realmente es necesario e imprescindible es la vanidad, creerte lo que escribes y lo que recitas.
Hoy hay poetas que nacen de las calles, que surgen y habitan las grandes ciudades, hay poetas neorurales. Poetas que nacen en las cárceles y se abrigan con la piel de los versos que escriben.
Poetas que surgen en las universidades, en los grados medios, los ciclos formativos.
Hay poesía narrativa, poesía tradicional, de la consciencia, de la conciencia, de la experiencia, del barrio de mi primo, de la casa de Bernarda Alba. ¿Quien decide qué es poesía? ¿Y qué no lo es?
¿Quien es poeta? ¿Y quien no lo es? Yo no me atrevería a imponer mi forma de escribir a nadie.
Lo qué es publicado o no, lo qué tiene éxito o no, al final está influido por factores casi siempre externos. Estar en el momento oportuno en el lugar adecuado, ser amigo de fulanito o menganito, el padrinazgo, la hada madrina, las endogamias y otros factores del mundo cultural y editorial que tampoco es que hayan cambiado mucho.
Eso sí lo que realmente es necesario e imprescindible es la vanidad, creerte lo que escribes y lo que recitas.
Víctor Cuetos, Xixón, 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario