viernes, 8 de abril de 2016

¿Qué es poesía?



Quizás debería empezar por lo que no es poesía pero es que no lo tengo muy claro. Los y las que creen saberlo a lo mejor influidos por esta u otra academia, o por este u otro profesor de literatura. O por los que se rigen por alguna regla clásica. Pero la poesía es algo más que una asignatura. 
Por dios, el primer género literario que rompió con las reglas clásicas, que comprendió que solo servían para encorsetarse en un discurso que sirve para discriminar y para dejar en manos de las élites cualquier expresión de arte fue el teatro. Además de que eran conscientes de que limitaban las obras a unas reglas que debían romperse. Han pasado siglos y la poesía aun hoy adolece de exactamente lo mismo. Para los academicistas, los teóricos hasta el verso libre tiene unas reglas clásicas. Se siguen impartiendo por repetición, enumeración las mismas reglas y casi los mismos autores que hace veinte o treinta años cuando aun existía la EGB.

Hay una necesidad de etiquetar ya sea para diferenciarte o distinguirte o para crear gremios, élites que como loros repetirán las mismas reglas una y otra vez. Cuando el lenguaje, o la misma poesía creo yo que debe estar al servicio de aquella persona que quiera crear en este caso un poema.
Que más da si utilizas versos endecasílabos, alejandrinos, si haces sonetos, si utilizas sinalefas, metáforas, metonimias, encabalgamientos, símbolos.

Que más da si utilizas a tu vecina para poner al resto de la sociedad a caer de un burro, si utilizas un lenguaje clásico o un lenguaje urbano. Si mezclas esto y aquello, y de ahí creas algo con lo que la gente pueda sentirse identificado, que viva, recuerde, alimente su imaginación o llene su realidad.
Algo que conmueva, que haga reír, que enfade, que provoque, que te haga sentir.

Que más da si creas porque tienes una enfermedad y la poesía es pedagógica, o si lo haces por desahogo, o por denunciar situaciones injustas. Que más da cuando lo importante es expresarte y la poesía debe ser un vehículo. Los hay que viajan en primera, otros van en segunda y algunos no llegan ni a tercera. El poeta, la poeta es aquella persona que sigue escribiendo, pase lo que pase, haga lo que haga y que tiene la necesidad de ponerlo en común.

Porque nos damos tanta importancia aquellos y aquellas que pensamos o sabemos que escribimos mejor. Si al final, en realidad, vivimos en un país en el que la poesía fue adoctrinada, maniqueada y aplastada, o incluso silenciada. Es cierto que en algunas partes tiene mucha más importancia de la que aquí se da. Las culturas orientales la utilizaban para saludar o dar la bienvenida al viajero, para despedir al que se iba de su tierra natal. Al igual que otras culturas utilizaban los instrumentos a modo de despertador, o para llamar a sus hijos para comer.
Occidente siempre ha querido darse demasiada importancia, más de la que tiene, al fin y al cabo.
No ha utilizado sus conocimientos para enriquecer culturalmente a los pueblos, si no que los ha utilizado para imponerse al resto de culturas. El colonialismo, el imperialismo es un invento nuestro. Y lo hemos perpetuado tanto que intrínsecamente está ligado a la creación.
¿Creamos para ser mejor que el otro? ¿Para destacar? ¿Para ser más?
O creamos para compartir nuestros conocimientos, nuestras vivencias, nuestras experiencias.
Son las reglas algo que nos distinguen de los demás, más cuando ya en el Colegio estudiamos una y otra vez exactamente lo mismo. La métrica, la rima, la tradición oral y la escrita.
¿Quien no sabe crear un poema? ¿O un soneto?
Es fácil; no sabe crearlo aquel o aquella que no quiere crearlo. O quien aun no tiene acceso a la educación pública.

Hoy por hoy, a mi modo de entender, la poesía debe nutrirse de otras artes, tanto del cine como de la música, como de todo aquello que habita en el imaginario colectivo. Todo aquello que sirva para comprendernos. Yo empecé a escribir o el motivo que me llevo a escribir fue un poema de Vicente Aleixandre, pero ya me encantaba hacer comentarios de texto en el Colegio, antes de que en el mismo colegio descubriese a Vicente Aleixandre. Para mi las palabras eran magia, yo les daba forma, y el poema era un puzzle en el que todo iba encajando a veces de una manera vertiginosa y otras mucho más despacio, depende, todo depende de lo que quieras escribir y como lo quieras escribir. Con ella intimé, con ella me expresé, con ella toqué techo, buceé por el abismo.
Con ella denuncié, con ella recité todo lo que quería decir y no sabia como decirlo.
Desde que hice el primer verso hasta hoy, mi mente filtro miles de poemas, miles de películas, de escenas, de canciones, de novelas, de situaciones, de calles, de viajes, de muertes dolorosas, de accidentes...

Que más da utilizar el mobiliario urbano que la catedral de Santiago de Compostela, el gótico que el surrealismo, si tu intención es llegar a la gente, o curar las heridas que vas teniendo a lo largo de este viaje que llaman vida.

Los occidentales siempre hemos querido distinguirnos, pensarnos superiores al resto del mundo. Y ese error lo estamos pagando, y no es nada poético ni cultural. El haber impuesto o querido imponer nuestra cultura sobre todas las demás solo da la razón a los más fuertes y se la quita a los más débiles.
El darwinismo cultural no tiene nada que ver con la poesía, y la poesía no debería tener nada que ver con el darwinismo cultural. Es de lo único que se debería distinguir. De todo lo demás debería alimentarse, del cine, la calle, la naturaleza, de la música, de la ciencia. De todo aquello que sirva para el conocimiento humano.

Hoy hay poetas que nacen de las calles, que surgen y habitan las grandes ciudades, hay poetas neorurales. Poetas que nacen en las cárceles y se abrigan con la piel de los versos que escriben.
Poetas que surgen en las universidades, en los grados medios, los ciclos formativos.
Hay poesía narrativa, poesía tradicional, de la consciencia, de la conciencia, de la experiencia, del barrio de mi primo, de la casa de Bernarda Alba. ¿Quien decide qué es poesía? ¿Y qué no lo es?
¿Quien es poeta? ¿Y quien no lo es? Yo no me atrevería a imponer mi forma de escribir a nadie.
Lo qué es publicado o no, lo qué tiene éxito o no,  al final está influido por factores casi siempre externos. Estar en el momento oportuno en el lugar adecuado, ser amigo de fulanito o menganito, el padrinazgo, la hada madrina, las endogamias y otros factores del mundo cultural y editorial que tampoco es que hayan cambiado mucho.
Eso sí lo que realmente es necesario e imprescindible es la vanidad, creerte lo que escribes y lo que recitas. 

Víctor Cuetos, Xixón, 2016

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