Nunca me han gustado las
tribus urbanas ni por supuesto
las bandas de pendejos
o las organizaciones criminales.
Todas justifican..
comportamientos
más propios de abusones
que sin el grupo que los protege
no son más que niñitos de papá.
Siempre he sido más de
movimientos políticos o sociales
con un objetivo bien definido y
argumentado.
Siempre he sido un poco guarro,
un poco ambiguo en el buen
sentido de la palabra. Un poco grunge, un poco punk, un poco de todo menos de uniformes.
No comparto ideas tales
como morir matando
o ataque frontal salvaje.
Novios de la muerte,
viva la muerte, muera
la inteligencia.
Si es que ni siquiera
les puedo poner
signos exclamativos
a tales despropósitos
propios de sociópatas
que cuando realmente
tienen a la muerte delante
huyen despavoridamente
y desaparecen como fantasmas.
Es obvio que en determinadas
circunstancias los que murieron
matando, ya fueran maquis,
partisanos, guerrilleros, guerrilleras lo hicieron en silencio, en una cueva,
en un arbusto, en un valle, en lo más frondoso de la Selva, o las calles más oscuras de la ciudad.
Entre ráfagas de balas y sonidos
ensordecedores.
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