Hace un momento
la luna menos un trocito;
el que le faltaba.
Alguien se lo ha comido.
Lucía entre dos grúas del Astillero
y un fondo azul tirando a negro.
Con el puto móvil
no hay quien haga uno foto
que merezca la pena verla.
Al mismo tiempo, Michel
lanzaba botellas por la ventana
por desavenencias conyugales
o porque su novia estaba
mucho más colocada que él
y eso le parecía raro.
Su novia decía:
Tienes huevos conmigo
pero no con los dos maromos
esos
esos...
que seguramente te robaron medio gramo.
Esto no es Brooklyn
ni mucho menos Nueva York
pero hay gente que tira cosas
por la ventana
por desavenencias conyugales.
Y la luna
aunque le falte un cachito
parece que brilla
como nunca
entre las dos grúas
entre las dos grúas
del astillero que queda
y que parecen destinadas
a proteger todo lo que hemos perdido
y lo que no nos dejaron ganar.
Niño Criminal, La Calzada, 2017
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